La Carta Pastoral presentada a la sociedad por la Conferencia del Episcopado Dominicano, con motivo de la celebración del Día Nacional de Nuestra Señora de la Altagracia la pasada semana, convoca a la reflexión sobre la problemática socioeconómica nacional para adquirir conciencia sobre la necesidad de aunar esfuerzos y voluntad política en la búsqueda de superar las crisis que atormentan a la población.
Para los obispos dominicanos, problemas como corrupción, delincuencia, violencia, antivalores e inflación son pandemias sociales que inquietan, desesperan y afligen a las familias, porque cada día la vida se torna muy difícil y subsistir es una odisea.
Además, se resaltan como otras pandemias la mentira, el odio, el amor por el dinero, inconductas, irrespeto a los derechos humanos, perdida de la espiritualidad y violencia intrafamiliar
Frente a esa agobiante realidad, es un compromiso patriótico de gobernantes, clase dominante y gobernados asumir con responsabilidad los desafíos alrededor de un plan de nación y una cruzada, con los fines de rebasar los males sociales y económicos en aras de dignificar la existencia de las personas.
Corresponde a quienes están en el poder, por consiguiente, encabezar las iniciativas orientadas a garantizar el bienestar social con respuestas satisfactorias a las necesidades de trabajo, alimentación, salud, educación, sana recreación y seguridad ciudadana, porque son derechos humanos fundamentales para vivir con dignidad.
La Conferencia del Episcopado Dominicano ha expuesto con madurez y prudencia la panorámica socioeconómica del país, por ende, es un deber de todos los sectores nacionales poner atención a la epístola católica y tras meditar decidir trabajar unidos por la paz social y la preservación de la democracia.
Se requiere de un sistema político, social y económico fundamentado en la solidaridad, la honestidad y el humanismo, en la medida que son factores determinantes para la convivencia pacífica y el bien común.
Sin embargo, la misiva de los obispos despierta luz y esperanza, porque se sujeta en consejos e ideas que abren los cursos para construir una mejor sociedad e inspira a luchar por un futuro promisorio; ese es el gran reto de todos por la Patria y la felicidad de los dominicanos.
Pese al drama inhumano y todas las dificultades imperantes en República Dominicana, hay que ser optimista, pero es un deber ciudadano labrar el sendero hacia la transformación de la sociedad y el bienestar social.
Si se aceptan y emprenden las sugerencias de la Iglesia Católica, al final se puede proclamar que “No todo se ha perdido”.
Fuente: ©La Información.