La Sierra

El horrible crimen de San José de las Matas de junio de 1930

Hechos e interrogantes en torno al vil asesinato de Virgilio Martínez Reyna y Altagracia Almánzar de Martínez.

1.- La perpetración alevosa del crimen.

Una atmósfera densa de pena y desconsuelo se tendió sobre Santiago  aquel  lunes 2 de junio de 1930. Horas antes, alrededor de las 10:30 de la noche del domingo, una cohorte de más de quince  matones a sueldo, desafiando todos los límites de la crueldad, se trasladaron hasta la pacífica común de San José de las Matas, con órdenes precisas de perpetrar un crimen horrendo e inconcebible en torno al cual se suscitaron por años, y aún hoy, angustiosas y no despejadas conjeturas.

En la noche fatídica e imborrable del 1 de junio de 1930, el prominente político e intelectual  José Virgilio Martínez Reyna, con salud delicada, y su distinguida esposa Altagracia Almánzar de Martínez, en avanzado estado de gestación,  después de apagar la planta de su propiedad que daba luz al poblado de San José de Las Matas, se fueron a su lecho de descanso.

¡Cúan lejos estaban de pensar que tan cerca y tan fieras rondaban en su noble hogar las fatídicas sombras de la muerte! De hecho, la semana anterior, José Virgilio había estado en régimen de internamiento en la clínica Las Mercedes, del Dr. Leovigildo Cuello, debido a un ataque terrible de apendicitis que por varios dias le mantuvo postrado, trasladándose aquel fin de semana a su residencia de San José de las Matas, donde se radicó junto a su esposa tras la caída de Horacio, con el propósito de mejor cuidar su frágil salud en aquel ambiente más saludable y bonancible, a fines de someterse prontamente a una inminente cirugía.

Utilizando mil argucias, entre ellas que se le requería en Santiago con urgencia, quisieron los asesinos, armados de revólveres, cuchillos y colines,  convencer a Virgilio para que les abriera la puerta de su casa. Al no lograrlo, tras indicarle Virgilio no encontrarse en condiciones favorables de salud, rompieron salvajemente una de las ventanas de cristal de la residencia, consumando sin el más mínimo rasgo de piedad sus criminales propósitos.

Ocho balazos recibió Virgilio en su cuerpo frágil lo mismo que siete terribles puñaladas, una de ellas en el cuello que, como referiría la crónica del Listín Diario de entonces, tuvo casi al separarle la cabeza y otras cerca del ojo derecho extendiéndose al labio superior que lo dividió en dos partes y cercenándole la nariz, quedando todo su rostro  desfigurado. Moriría en el acto.

Dos terribles balazos recibiría, en cambio, Doña Altagracia Almánzar de Martínez, esposa de Virgilio. Uno de ellos, que le destrozaría el hígado,  atravesaría su vientre fecundo, portador de la vida de una criatura cuyo alumbramiento era esperado con en poco tiempo. Sería la más pequeña víctima de aquel acto atroz. El otro balazo lo recibiría en la pierna, cayendo postrada para no levantarse.

Moriría al día siguiente, 2 de junio, alrededor de las 11:30 a.m., pero antes de su triste deceso, pudo declarar haber visto a  los criminales, afirmando que los mismos tenían  tiznados sus rostros a fines de evitar ser  identificarlos

2.- La descollante trayectoria cívica, intelectual y política de José Virgilio Martínez Reyna.

José Virgilio Martínez Reyna, intelectual, poeta, maestro, periodista y político,  era en sus días el líder más prominente del horacismo en Santiago y el cibao. De trayectoria descollante como acrisolada. Había nacido en Santiago en 1886, forjándose bajo la sabia tutela intelectual y ética del ilustre educador Manuel de Jesús Peña y Reynoso. Se recibió de maestro normal en 1902.

Ya en la primera década del siglo XX eran más que ostensibles los destellos de su singular talento. En aquellos días de montoneras y turbulencias, se inclinó por el periodismo militante, siendo co-redactor del periódico “El pabellón cruzado”, nacido cuando ya gobernaba el general Ramón Cáceres. Su talento poético alcanzó nombradía al ser laureado el 16 de agosto de 1911 en el concurso científico-literario de la benemérita sociedad cultural  Amantes de la Luz.

Virgilio se desempeñaría, además, como Fiscal de Moca, alcanzando público reconocimiento, como escribiera un atildado escritor, por sus “ecuánimes dictados, hechos tan raros en aquellos días de intemperancias y pasiones desbordadas”.

Fiel a su militancia horacista, descolló en la manigua, especialmente en la región Este. Y tras producirse la inconsulta primera intervención militar norteamericana, la combate acerba y militantemente con su proverbial coraje patriótico. En aquellos días de sombra,  acosado por  insidiosa enfermedad, produce la poesía “Muero Libre”, la cual dio a la  luz el mismo día en que las tropas yanquis entran en la ciudad heroica de Santiago de los Caballeros.

Proverbial fue su protesta contra el impuesto a la propiedad implantado por los interventores, enfrentándose con su habitual valentía al Almirante Robinson, quien se ufanaba de criminalizar a quienes se oponían a dicha ley, acusándoles de ser “más bandidos que los bandidos del este”.

Tras la salida de las tropas de ocupación y el resurgir de las luchas partidarias, Virgilio se constituye en uno de los principales articuladores de las fuerzas horacistas, que inicialmente terminarían denominándose “Partido Restaurador” y luego Partido Nacional.

Al ascender el general Horacio Vásquez a la presidencia de la República, en las elecciones de 1924, le designa como  Secretario de Estado de la Presidencia, labor que desempeña con altos niveles de competencia, granjeándose el respeto y la alta consideración de la ciudadanía.

Los juicios de un cronista de entonces refieren su bien ganado ascendiente: “Aquí está el político joven más vibrante de nuestros días, que robustece las vanguardias infatigables del Partido Nacional con ideas y con hechos, pues si en el pasado supo ser combatiente y periodista brioso, hoy es periodista luchador y conductor vigoroso de las masas, a quienes sostiene y convence su fortaleza de espíritu y su carácter inquebrantable”.

Ya para entonces, era notorio, a diferencia del común de los políticos de su época, que el accionar  de Virgilio era movido por la idealidad y no por la ambición. Prueba de ello, es que pudiendo aspirar a posiciones electivas de más elevada principalía, se conformó con la Presidencia del Ayuntamiento de Santiago, la cual  no comportaba remuneración alguna y desde la cual rindió a Santiago y la región servicios eminentes.

Diferentes fuentes establecen que en aquella etapa de peculiar agitación política en en el país y, particularmente en el cibao, fueron públicas y notorias las diferencias políticas entre Rafael Estrella Ureña, prominente político y orador cibaeño, fundador y líder del Partido Republicano y su tío, el temido chacal de la Herradura José Estrella con Virgilio Martínez Reyna, cuyo prestigio y liderazgo a nadie resultaban indiferentes.

Este aspecto es de particular importancia a fines de aproximarse a comprender la tupida madeja entretejida en torno al crimen del prominente político cibaeño y su distinguida esposa.

3.- ¿Quiénes y por qué asesinaron a José Virgilio Martínez Reyna junto a su esposa Altagracia Almánzar? ¿Tuvo que ver Trujillo con el crimen o fue sólo beneficiario político del mismo?

Al momento de perpetrarse el salvaje crimen contra José Virgilio Martínez Reyna y su esposa Altagracia Almánzar, ocupaba transitoriamente la presidencia Rafael Estrella Ureña, consumado el golpe artero del 23 de febrero de 1930, instigado y dirigido  por Trujillo.

Las crónicas de entonces en torno al terrible crimen, refieren que al saber la noticia estuvo emocionalmente impactado, lloroso en ocasiones, al tiempo de anunciar que en pocas horas se trasladaría a Santiago, para dirigir personalmente las investigaciones, al tiempo que disponía se trasladaran de inmediato a Santiago el entonces Secretario de Estado de Justicia e Instrucción Pública Lic. Cayetano Armando Rodríguez y el Lic. Ramón O. Lugo Lovatón, Procurador General de la República, a fines de integrarse en las indagatorias y sanciones condignas junto a  los principales  funcionarios  del tren judicial y ejecutivo de  Santiago,

Ya entonces, pesaría sobre Estrella Ureña la sombra de la duda. Retornaría a Santo Domingo sin ofrecer declaraciones, de suerte que en una de sus famosas columnas vespertinas, del periódico La Información, tras perpetrarse el crimen, el poeta Ramón Emilio Jiménez se encargaría de lanzar una velada  insinuación, al expresar:

¿Pero se fue sin luces de la SOMBRA? No lo sabemos, pero se fue sin decir una palabra, avaro de sonrisas, él (Estrella Ureña), que tan pródigo ha sido siempre de  ellas. Probablemente tenga motivos para no sentirse sonrisible. Hay quienes fuman echando con elegancia airoso humo por la boca, y que en determinadas horas de inquietud e indignación, mascan el cigarro y se tragan la saliva.

Cree (Estrella Ureña) que mientras permanezcan ignorados los autores del crimen de las Matas, del que fue el líder del Partido Nacional en Santiago, Virgilio Martínez Reyna y su esposa dando lugar a que se le atribuya origen político, estará comprometido el honor de su gobierno, y un gobierno sospechoso en el concepto de la pública opinión, es un gobierno en crisis”.

Agitados los ánimos por tan horrendo crimen, por aquellos días impactó la conciencia pública, una célebre carta del destacado jurista e intelectual Arturo Napoleón Álvarez, quien advirtiendo lo que para entonces era ya vox populi, es decir, las implicaciones del sanguinario general José Estrella, tío de Estrella Ureña, en la autoría intelectual de aquel horrendo crimen, le dirigió una carta memorable mostrándose dispuesto, si así lo designaba el Jefe del Estado, a develar las incidencias y responsabilidades en torno al mismo.

¿Pero en realidad, tuvo Estrella Ureña responsabilidad directa en el terrible crimen o fue su simple pecado la omisión al evitar aplicar la sanción condigna contra su tío y sus secuaces, tras enterarse de su autoría?

Es lo cierto, no obstante, que durante más de diez años permaneció en la densa sombra de la impunidad tan alevoso asesinato. Conforme un agudo escritor de entonces, todo parecía “una mancha sangrienta en la oscuridad de la noche” , pero dos años después del claudicante regreso de Estrella Ureña, y ya en franca desgracia el temido José Estrella, hacia noviembre de 1940, se  reactiva judicialmente el caso de la muerte de Virgilio Martínez Reyna y Altagracia Almánzar de Martínez.

Era Procurador General de la República el Lic. Benigno del Castillo y abogado ayudante el Lic. Álvaro Arvelo.

El temido  José Estrella  sería vilipendiado públicamente, acusado de ser el autor intelectual de aquel horrendo crimen  y se harían patentes  sus vejámenes y atropellos, que iban desde violaciones y encierros de menores, deudas no pagadas, exacciones compulsivas de propiedades y latrocinios de toda laya.

Para entonces sería acusado públicamente de otro horrible crimen, perpetrado el 2 de febrero de 1933, contra el tintorero y fotógrafo José Felipe Roca, víctima del tristemente célebre “crimen de la Herradura”.

El tribunal estaba compuesto por probos y competentes  profesionales del derecho, como fue el caso de  los Magistrados, Lic. Huberto Bogaert, en su condición de Juez de Primera Instancia, el Lic. Apolinar A. Morel, Procurador Fiscal de Santiago, el Secretario Salvador Rodríguez y el alguacil de estrado, Abelardo García.

En las dos célebres causas descolló con su sapiencia de consumado penalista el Lic. Eduardo Sánchez Cabral, quien en pleno tribunal acusó al temible general José Estrella de “…figura siniestra de nuestra historia… criminal nato, incapaz de reforma y, por tanto, indigno de piedad”, al punto de espetarle,  para asombro de la sala: “No estoy hablando a un hombre, estoy hablando a un monstruo…”.

Condenado a 20 años de trabajos públicos, en principio, el general Estrella sería luego absuelto, lo mismo que Estrella Ureña, invocándose al efecto, conforme la legislación penal de entonces, la prescripción del crimen, transcurridos diez años de que el mismo se perpetrara.

Tras regresar de los Estados Unidos, cual si estuviese ajeno a lo ocurrido, Trujillo destituyó como gobernador de Santiago a Mario Fermín Cabral y otros funcionarios, ¿acaso como forma probable de insinuar que tan aclamado juicio fue una acción inconsulta?

No obstante,  ya se había logrado el objetivo de humillar nueva vez a Estrella Ureña, consumando así su última venganza contra su otrora enemigo político, y del cual jamás llegaría a fiarse, no obstante este decir a su retorno, en claudicante actitud ante el tirano en 1938, que le tratase en calidad de un “boxeador noqueado”.

En acto presidido por Daniel Henríquez, el 21 de noviembre de 1940, Presidente de  la junta comunal del partido dominicano, serían “radiados de los registros”, es decir, expulsados públicamente de sus filas,  Rafael Estrella Ureña, José Estrella y todos los acusados de ser autores intelectuales o materiales del crímen contra Virgilio Martínez Reyna y Altagracia Almánzar.

4.- ¿Tuvo que ver Trujillo con el crimen o fue sólo beneficiario político del mismo?

No han faltado quienes atribuyan a Trujillo la culpabilidad de tan alevoso asesinato. En este punto, no son pocas las incógnitas. ¿Por qué, tras la caída de Horacio Vásquez, a Virgilio Martínez Reyna se le perseguía y acosaba, llegándose a planear públicamente su muerte,  a tal punto que cuando días antes de su asesinato llegó hasta su  residencia de Santiago,  con designios de apresarle, el capitán Vitelio Bisonó, se vio precisado  Virgilio a procurar refugio en la residencia del general Alfredo Victoria, quien se rehusó a entregarlo a los militares encargados del arresto?

¿No abona a inquietantes conjeturas, el hecho de que Trujillo despojara de la titularidad del periódico El Diario a su legítimo propietario, el periodista Lorenzo Batista, a quien mandó a encerrar en la fortaleza San Luis, en represalia por la publicación de dos manifiestos en su contra, uno de los cuáles era de la autoría de Virgilio Martínez Reyna?

¿Acaso, con intencionalidad de intimidarle, no le mostró Trujillo a Lorenzo Batista, la cabeza de Desiderio, en plena fortaleza San Luis, conforme revelara su hijo años después?

No obstante , conforme la tesis de Eduardo Sánchez Cabral, Trujillo no fue el autor de la muerte de Virgilio Martínez Reyna, sino su beneficiario político, al humillar con tal motivo a Rafael Estrella Ureña.

Según el destacado intelectual y penalista, quien rebatió en este punto al prestigioso jurista Lic. Vinicio Cuello, en 1962, tan horrendo crimen: “ fue resultado de las ambiciones de José Estrella y Luis Silverio Gómez, quienes pretendían tener un mando casi único en el Cibao y que temían que el Brigadier Trujillo, entonces empeñado en sumarse adeptos, no tardara en entenderse con Martínez Reyna, quien necesariamente sería un obstáculo o por lo menos restaría mucho al poder del jefe militar de Santiago y a las ambiciones de José Estrella, deseoso entonces de acercarse a Trujillo y ofrecerse como un incondicional, listo a toda clases de empresas, aún las más criminales.

Trujillo se valió de ese crimen para desprestigiar políticamente al Lic. Estrella Ureña, al saber que quien había cometido el crimen era su propio tío, y que colocado en el tremendo conflicto el joven mandatario no tuvo el valor de sancionar a uno de su misma sangre”.

Por muchos años, resonarían en Santiago, con ecos fatídicos, los nombres de José Estrella, su hijo Tomás Estrella, Luis Silverio Gómez,  Juan Marcelino (Alias Silién), Antonio Banía (Alias Toño Banía), Félix Cepeda, Quico Arias, Juan Camilo, Onofre Torres, Martín Pérez, Ramón Antonio Veras ( Pichillín), José Sánchez Espinal ( Juse) y Nicolás de Peña, entre otros vinculados directa o indirectamente a uno de los crímenes más horrendos y bochornosos en los anales del Cibao y del país.

Nunca como en aquella tarde triste del 2 de junio de 1930, se sintieron enseñorearse sobre Santiago los negros crespones de la pesadumbre. Allí, consumidos de rabia, de dolor  y de espanto, alrededor de 4,000 personas, conforme estimaciones de la época, acompañaron en sordo pero indignado silencio el cortejo fúnebre de Virgilio Martínez Reyna y Altagracia Almánzar hasta su definitiva morada terrenal.

Por REYNALDO R. ESPINAL /  Acento.com.do

Avatar

LosMatenses

About Author

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments

You may also like

La Sierra

Asesinato de Martínez Reyna recordado como si fuera ayer

Manuel Estévez, de 101 años, es el habitante de más edad en San José de las Matas que recuerda el
La Sierra

Fundación San José aporta 3 millones de pesos en ayudas Sajoma

El informe cubre los meses enero-abril de 2021 e incluye acciones de servicio en salud, educación, religión, deportes y saneamiento
error: Content is protected !!
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x