Un ritual sagrado con siglos de historia
Cuando un papa muere o renuncia, se activa un proceso único en el mundo: la elección del papa. No es una simple votación. Es una ceremonia cargada de simbolismo, silencio y siglos de tradición.
Todo empieza con una noticia que conmociona al mundo: el final de un pontificado. A partir de ese momento, el Vaticano entra en estado de “sede vacante”, y el liderazgo de la Iglesia queda temporalmente en manos del Colegio Cardenalicio. Este grupo, compuesto por 252 cardenales de todo el mundo, asume la misión más importante: elegir al nuevo sucesor de San Pedro.
Solo 133 de ellos tienen derecho a voto. Se les llama cardenales electores y deben ser menores de 80 años. Entran al cónclave, que literalmente significa “con llave”, porque se aíslan del mundo exterior, encerrados en la Capilla Sixtinahasta tomar una decisión.
Humo, votos y un solo nombre
Durante el cónclave, reina el silencio. Cada cardenal emite su voto en secreto, escribiendo el nombre de su elegido en una papeleta. Luego, esas papeletas son contadas por los escrutadores, revisadas por los revisores y, si todo está correcto, se queman en un horno especial. De esa quema sale una señal que todo el mundo espera con ansiedad: la fumata.
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Humo negro: no hay papa aún.
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Humo blanco: ¡habemus papam!
En ese momento, las campanas de la Basílica de San Pedro suenan con fuerza y el protodiácono anuncia desde el balcón: “Habemus papam”, seguido del nombre del nuevo pontífice y el nombre que ha elegido como líder de la Iglesia.
Mientras tanto, el elegido permanece en silencio, en una habitación especial llamada “de las lágrimas”, donde reza y se viste con los hábitos papales. De ahí saldrá como el nuevo rostro de una fe con más de 1,400 millones de fieles.
Tradición viva en cada gesto
La elección del papa es un evento que mezcla lo humano con lo sagrado. Cada paso, cada palabra, cada símbolo tiene un significado. Es un momento en que el mundo se detiene, mira al Vaticano y espera una señal.
La elección del papa no solo define el rumbo espiritual de la Iglesia. Es también un mensaje al mundo sobre los desafíos, las esperanzas y los caminos que se avecinan. Un nuevo nombre, una nueva voz, una nueva etapa.
Con Información de El Nuevo Dia /