El Papa Francisco ha vuelto a hacer un llamado urgente por la paz mundial durante la celebración del Domingo de Resurrección y la culminación de la Semana Santa. Ante una multitud de fieles católicos, el Pontífice declaró que “la guerra es siempre un absurdo y una derrota, por tanto, no se puede ceder en una cruzada contra el uso de las armas”. Este mensaje resuena en un mundo marcado por conflictos y violencia.
Es crucial reflexionar sobre estas palabras en un contexto en el que la guerra afecta profundamente a la vida de las personas, daña los aparatos productivos, retrocede la economía, destruye el medio ambiente y sume a los pueblos en el abismo. El mensaje del Papa invita a sustituir la confrontación bélica entre naciones por conexiones diplomáticas, económicas, comerciales, académicas, científicas, culturales, deportivas y solidarias, para resolver problemas de manera conjunta y garantizar la convivencia pacífica.
Además, es fundamental reemplazar la fabricación de armamentos por la producción de alimentos y otros bienes básicos para satisfacer las necesidades de la población a escala mundial. Jesús sacrificó su vida por la salvación de la humanidad, nunca por su aniquilamiento. Por tanto, es hora de unir esfuerzos y voluntades para buscar el cese al fuego en conflictos como el de Rusia y Ucrania, Hamás e Israel, la violencia en Oriente Medio y la situación en Haití, donde niños, ancianos y mujeres son víctimas de acciones crueles.
Las fuerzas sensatas del mundo deben unirse para superar los conflictos y choques violentos entre países, orientados por intereses económicos, geopolíticos, étnicos, culturales e ideológicos. El ser humano debe ser el centro del universo, y quienes controlan el poder deben aplicar políticas para preservar y conservar la humanidad. Solo así habrá paz en el mundo.
