En una jornada marcada por el drama y la incertidumbre, la boxeadora argelina Imane Khelif demostró que en el cuadrilátero, solo el deporte tiene la última palabra. Tras semanas de controversia sobre su elegibilidad, Khelif se aseguró un lugar en la final olímpica de boxeo con una victoria contundente sobre la tailandesa Janjaem Suwannapheng.
La competencia, que en un momento parecía más centrada en debates sobre género, política internacional y la legitimidad de su participación, se convirtió en un ejemplo de cómo la determinación y el talento pueden superar cualquier obstáculo. Khelif ganó su combate de semifinales por decisión unánime y ahora luchará por la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París.
Desde el primer campanazo, Khelif demostró por qué merece estar en la cima de su categoría. Sus golpes precisos, combinados con un juego de piernas ágil, fueron demasiado para Suwannapheng, quien no pudo contrarrestar el ataque constante de la argelina. Al final del combate, Khelif celebró su victoria en el centro del cuadrilátero, alzando la mano con una mezcla de alegría y alivio.
«Estoy muy contenta», expresó Khelif a través de un intérprete, envuelta en la bandera argelina. «He trabajado ocho años para estos Juegos Olímpicos y estoy muy orgullosa de este momento». El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, fue uno de los primeros en felicitarla públicamente, resaltando el orgullo nacional que su desempeño ha generado.
La controversia en torno a Khelif comenzó el año pasado durante los campeonatos mundiales de boxeo en India. Allí, tanto Khelif como la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting fueron descalificadas tras someterse a análisis de sangre, cuyas razones no fueron completamente explicadas por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA). Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI) intervino, permitiendo que ambas boxeadoras compitieran en los Juegos de París, calificando las descalificaciones previas como «repentinas y arbitrarias».
En su primer combate olímpico, Khelif venció a la italiana Angela Carini de manera tan contundente que desató una ola de críticas y especulaciones sobre su elegibilidad. Entre los detractores se encontraban figuras como la escritora J.K. Rowling y el multimillonario Elon Musk. Sin embargo, Khelif se mantuvo firme, denunciando el trato injusto que ha recibido y agradeciendo el respaldo del COI.
«Envió un mensaje a todas las personas del mundo para que defiendan los principios olímpicos y se abstengan de intimidar a los atletas», declaró Khelif en una entrevista. «Esto puede destruir a las personas, sus pensamientos, su espíritu y su mente».
En la final, Khelif se enfrentará a una nueva oportunidad de demostrar su valía, no solo como boxeadora, sino como una representante de los ideales olímpicos. Su recorrido hacia el oro no solo está marcado por sus habilidades dentro del ring, sino por su capacidad de sobreponerse a las adversidades fuera de él.
El viernes, cuando Khelif suba al cuadrilátero, no solo estará luchando por una medalla, sino por reivindicar su lugar en la historia del boxeo femenino y en los corazones de todos aquellos que creen en la equidad y el espíritu deportivo.
