Plutarco Medina Gratereaux.
Recuerdo cuando apareció por primera vez en los medios, la noticia que traía al conocimiento de los dominicanos, la información sobre un nuevo conflicto entre la República Dominicana y el vecino Haití. En mayo del año 2021, se daba cuenta de que las autoridades de ambos países se reunían para discutir sobre la construcción de un canal de riego por parte de los haitianos, que desviaba en gran medida las aguas del Rio Masacre hacía el territorio contiguo.
Como ya es costumbre en las autoridades diplomáticas dominicanas, estas han actuado de una manera reactiva y no lo hacen de forma activa como debiera ser; ya que es sabido, que entre los Estados-Naciones, en materia de solución de conflictos se hace menester buscar posiciones ventajosas, pues, quien se encuentra en tal condición obtendrá mejores resultados; sin embargo, es Haití quien siempre ha obrado de manera aventajada, tomando como acertado el dicho que reza que “quien da primero, da dos veces”.
Esta es sólo una muestra más de la debilidad diplomática del Gobierno actual de la República Dominicana, y los haitianos lo saben, saben de lo timoratos que son nuestros representantes internacionales. Digo que existe debilidad diplomática porque se debió actuar tan pronto se dio allí el primer picazo, y no esperar que se estuviera tan avanzado en los trabajos. De ello se aprovechan actores de poder en el vecino país, como es el caso del ex primer ministro Claude Joseph, quien afirma que lo que existe en República Dominicana en este caso, es “un discurso alimentado por ultranacionalistas y racistas dominicanos”.
El Estado dominicano, debe dejar de lado la actitud pasiva ante las constantes acciones de los vecinos del Oeste. Nuestras autoridades diplomáticas deben actuar como espera el Pueblo dominicano de una vez por todas, no pueden permitir que nuestra soberanía se vea perjudicada persistentemente por quienes siempre se han comportado como “Caínes” en el largo historial de conflictos que siempre han iniciado.
Los derechos sobre el Rio Masacre para la República Dominicana y Haití están claramente definidos por el antiguo Tribunal Permanente de Justicia Internacional, cuando en el año 1929 estableció una perfecta igualdad entre los Estados ribereños y la exclusión de todo privilegio, en todo el recorrido del río. Por lo tanto, sería una aberración que nuestro Estado permita que ocurra esta infracción carácter internacional, por la parsimonia y timidez en el accionar de nuestras autoridades.
Lo mismo pasa con la política migratoria del Estado Dominicano en la cual sólo se perciben palos a ciegas; tanto esta, como el desvío del río, son asuntos de Seguridad y Defensa que muestran vulnerabilidad estatal. Los hechos como la trata de migrantes, asesinatos, secuestros, violaciones, robos de ganado y un largo etcétera, siguen a la orden del día en la zona fronteriza.
La Seguridad debe ser reforzada con labores preventivas en las cercanías de la línea limítrofe, pues mientras más alejado de esta, menos frecuentes son los crímenes; lo que indica que los haitianos –en mayor parte – cruzan la frontera para venir a cometer fechorías a este lado, y escapan volviendo hacia su país.
Las nuevas amenazas existentes hoy en día, han motivado que se hable de la Seguridad multidimensional, un concepto moderno en las Relaciones Internacionales, que sin embargo, no ha dejado de lado las conceptualizaciones anteriores sobre la Seguridad, tanto así, que la capacidad del Estado para actuar tras sus Objetivos Nacionales viene determinado en gran medida por su alcance territorial, alcance que termina y comienza en la frontera y que marca los límites aéreo, terrestre y maritimo.
Recordamos que Hans Morgenthau, una de las más importantes figuras de la política internacional del siglo XX, afirmaba que “el territorio debe ser el factor más estable de un Estado, y que de él dependerá su poder y para ello debe articular un conjunto de acciones tendientes a mantener su integridad territorial, proteger sus fronteras, relacionarse con los Estados vecinos y generar las condiciones esenciales para el desarrollo” (MORGENTHAU 1986).
El Gobierno debe emplearse a fondo para minimizar la permeabilidad de nuestra frontera; debemos tener en cuenta que la geopolítica define la frontera vinculándola al poder, la soberanía, el orden, la identidad y la estabilidad. Eso indica que de ninguna manera se debe considerar la frontera como un área secundaria o de poca importancia, como pasa con la nuestra, que por lejana, es desatendida. En ningún otro espacio del territorio, tiene el Estado la obligación de ejercer su soberanía con tanta voluntad y diligencia como en los espacios fronterizos.
Fuente: Listín Diario