La eliminación de toda forma de violencia contra las mujeres es un ideal que todas las sociedades persiguen desde hace décadas, aunque las posibilidades de alcanzarlo parecen alejarse cada tanto.
Ya desde 1981 militantes y activistas por los derechos de la mujer conmemoraban el 25 de noviembre como día de protesta contra la violencia de género, hasta que en el año 2000 la Asamblea General de la ONU la instituyó como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La fecha fue elegida para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, Minerva, María Teresa y Patria, tres activistas políticas dominicanas que fueron brutalmente asesinadas en 1960, junto con su chofer, Rufino de la Cruz, por orden del tirano y dictador Trujillo.
Las formas en que se ejerce la violencia contra las mujeres son tantas que sería imposible enumerarlas, pero crece en las sociedades, en las organizaciones sociales y en las familias, la necesidad de encarar este problema con acciones concretas, y con la imposición de castigos ejemplares a quienes cometan este delito.
La primera violencia es el castigo corporal por parte de padres o mayores, que hace que las niñas normalicen esta situación en su vida adulta cuando un compañero sentimental, esposo o concubino les da golpes, las insulta o menosprecia, no les permite estudiar ni trabajar y el punto máximo es cuando las asesina.
Otra forma de violencia es el acoso, con insinuaciones no deseadas, también el abuso sexual infantil, acoso cibernético y acoso callejero; el denominado piropo, que de por sí es una ofensa y crea en las niñas una sensación de inseguridad.
La trata, a través del secuestro o engaño para someter a mujeres y niñas a la esclavitud y explotación sexual también es violencia.
En algunos países islámicos se practica la mutilación genital por cuestiones religiosas, y se obliga a niñas a casarse con hombres mayores; esto es violencia a través del matrimonio infantil.
Eliminar todas las formas de agresión contra la mujer requiere de transformaciones culturales, educativas y sociales, pero todas las personas debieran comprometerse, informarse y denunciar cualquier situación visible de abuso o de peligro que afecte a una mujer o niña.
Lo que debiera normalizarse es que las mujeres son, ante todo, dadoras y guardianas de la vida, y eliminar toda violencia de género es un imperativo de conciencia de las sociedades civilizadas.