Por Miguel Collado.
El próximo día 29 de marzo el Municipio de Jánico cumplirá 143 años de haber sido elevado de cantón a la categoría de común o municipio, perteneciente a la provincia de Santiago y situado en la zona denominada La Sierra, a unos 372 kilómetros sobre el nivel del mar, al sur de Santiago de los Caballeros y a solo 22 kilómetros de distancia de esa histórica ciudad. Al norte limita con el municipio de Sabana Iglesia, al sureste con la provincia de La Vega y al oeste con el municipio de San José de las Matas.
De acuerdo al IX Censo Nacional de Población y Vivienda realizado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), su población en el 2010 era de 16, 993. Estimamos que, por un fenómeno sociológico, la cantidad de janiqueros residentes fuera del territorio del Municipio es mayor a dicha población, pues en los años 70 del siglo pasado la emigración masiva de sus pobladores hacia los Estados Unidos de América redujo notablemente la población, especialmente a nivel rural.
Con una superficie de 403.2 km² el Municipio de Jánico es, después de San José de las Matas, el más grande de los ocho municipios de la provincia de Santiago. Desde el 2002 su división político-administrativa y territorial es la siguiente: 2 distritos municipales: Juncalito y El Caimito; y 6 secciones: Los Cagüeyes, Las Mesetas, Dicayagua, Loma del Corral, Jagua Abajo y Cebú. A cada distrito municipal y a cada sección le pertenecen varios parajes. Citamos ejemplos: a Los Cagüeyes le corresponden Cejita y Damajagua; a Las Mesetas: Los Asientos, Babocico, Bao, Boca de Jánico, Gurabo y Los Rincones; a Dicayagua: Zalaya, Los Cocos y Los Indios; a Loma del Corral: Fortaleza, Los Lirios y Málaga; a Jagua Abajo: Rincón Largo y Jagua Arriba; y a Cebú: Batey y La Caoba.
El 143 aniversario de la conversión de Jánico en municipio será un importante aniversario para reflexionar sobre lo que ha sido el devenir histórico de una comunidad en la que todavía su población se comporta como si todos fueran una gran familia. La paz y la hermandad siempre han sido su marca. Gente humilde, gente buena es la que nace en Jánico.
Todos los janiqueros —los que todavía residen en el pueblo y los que por alguna razón o circunstancia tuvimos que emigrar o fuera del país o hacia otros pueblos o ciudades— deberíamos establecer una red de comunicación durante todo ese día y felicitarnos mutuamente: «Feliz aniversario, hermano janiquero», por ejemplo. Hacerlo por teléfono, por whatsapp, por correo electrónico o personalmente con un efusivo abrazo: «Feliz aniversario, janiquera hermana».
¡Hay que celebrar, jubilosos, todos los janiqueros cercanos y lejanos! Como si fuera un gran cumpleaños familiar; que en cada hogar janiquero, no importa donde sea, haya flores frescas puestas en jarrón como símbolo de alegría, de amor a la naturaleza prodigiosa que como obsequio divino ha recibido el Municipio de Jánico del Altísimo. ¡Hermosas flores cortadas de las riveras de los ríos y de los arroyos que lo bañan! ¡Girasoles, podrían ser!
Hay que sentir ese 143 aniversario, pues hay que amar a un pueblo para recordar sus fechas importantes, para sentirse orgulloso de su historia, como los janiqueros deberíamos sentirnos de ese suelo que nos ha visto nacer, reír y sufrir. Recordar a nuestros antepasados, al heroico cacique Caonabo, el más importante personaje de la historia janiquera, que con su arrojo supo enfrentar al español invasor con la hidalguía que solo los puros de espíritu y amantes de su terruño patrio son capaces de hacerlo. ¡Jánico es un pueblo de gran trascendencia histórica! (*)
Sí, es el momento ideal para meditar sobre lo que han sido casi 150 años existencia municipal. Saber en qué punto estábamos en marzo de 1881 y en qué punto del desarrollo socio-económico nos encontramos hoy, es pertinente para saber si debemos empujar un poco más la rueda del progreso. Es lo que manda un aniversario: tirar la mirada hacia atrás y vernos en el espejo de la historia. ¿Realmente hemos avanzado al ritmo debido? ¿Debemos sentirnos satisfechos con lo que hasta ahora hemos alcanzado como pueblo?
Cada janiquero, cada janiquera, debería hacer un ejercicio de reflexión histórica teniendo como faro de luz esas dos interrogantes. Pienso que recordar a destacadas figuras —hombres y mujeres— de grandes méritos, cuyos aportes a la comunidad janiquera han quedado registrados en la memoria de la historia, es un acto de justicia.
Educadores y educadoras como Ana Infante, Lelia Fernández, Arturo Jáquez, Juan Antonio Collado, Zaida Collado, Ismael Luna, Norma de Jesús de Díaz, Asela Luna, Sergio Collado y Juana Evangelista García, merecen ser recordados por siempre. Viva todavía está una leyenda de la educación primaria janiquera, perteneciente a esa pléyade ejemplares maestros: Elena Ramírez de García.
También merecen ser recordados en una fecha de tanta significación histórica el educador y escultor puertorriqueño César Padilla (1868-1929) y el educador Maximiliano Torres García (1870-1934), oriundo de Sabaneta (hoy Santiago Rodríguez), dos ejemplares inmigrantes que dejaron huellas imborrables en la historia de la educación y de la cultura janiquera. Mucho sacrificio, grandes esfuerzos hicieron todos ellos para contribuir con el fortalecimiento del sistema de enseñanza en Jánico durante gran parte del siglo XX.
Hay munícipes cuya memoria hay que honrar, hijos que con sus acciones engrandecieron el nombre de Jánico: Mons. Roque Adames, creador del Plan Sierra; Reynaldo Luna, cariñosamente Don Nano, fundador del Museo Arqueológico del Parque Botánico; Federico Pichardo, héroe nacional, inmolado en 1959 en aquella expedición de Maimón, Constanza y Estero Hondo contra la odiosa tiranía trujillista; y Manuel de Jesús Hernández, donador de una buena parte de los terrenos donde se encuentra situada actualmente la Villa de Santo Tomás de Jánico (cabecera municipal).
Estoy seguro de que otros nombres relevantes esquivan mi memoria, pero no es este un artículo con pretensiones de ser exhaustivo. Sólo aspiramos a motivar a nuestros compueblanos para que no olviden, para que tengan siempre presentes y honren la memoria de los hombres y mujeres que deberán ser recordados como paradigmas de la actual generación de jóvenes que, como ejemplo, sólo alcanzan a ver una sociedad que día a día se degrada e involuciona ante la indiferencia de los indolentes y ante el asombro de los que, impotentes y espantados, sufrimos amargamente la decadencia moral que azota el mundo.
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(*) En 1993 el historiador Miguel Collado publicó dos libros sobre la historia de Jánico que los lectores interesados pueden consultar en la biblioteca del Parque Botánico de Jánico, en la Biblioteca Digital del Archivo General de la Nación y en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América: Jánico: notas sobre su historia y Primicias de América en Jánico.