El primer asalto de las Finales de la NBA tuvo todo lo que un fanático puede pedir: emoción, drama y un final inesperado. Los Pacers de Indiana, contra todo pronóstico, lograron una remontada espectacular para vencer 111-110 al Thunder de Oklahoma City, gracias a un tiro ganador de Tyrese Haliburton cuando el reloj expiraba.
Haliburton decisivo. Así debe recordarse esta noche.
Porque no fue solo el tiro final. Fue su liderazgo, su compostura y su capacidad para resucitar a unos Pacers que parecían vencidos desde el inicio. OKC había hecho todo bien en los primeros tres cuartos: forzaron 19 pérdidas de balón en la primera mitad y construyeron una ventaja que llegó a ser de 15 puntos al comenzar el último cuarto.
Parecía una victoria más para el equipo que fue favorito desde el día uno.
Del colapso al éxtasis
El Thunder, liderado por un brillante Shai Gilgeous-Alexander que anotó 38 puntos, se quedó sin oxígeno cuando más lo necesitaba. En el cierre, Indiana apretó en defensa, cuidó el balón (solo cinco pérdidas en la segunda mitad) y Haliburton se adueñó del juego.
Y lo que parecía imposible se hizo realidad: los Pacers robaron la ventaja de la casa. No es la primera vez que lo hacen. Ya lo habían logrado contra los Knicks en las finales del Este.
Tampoco es nuevo para OKC. En las semifinales del Oeste, perdieron el primer juego ante Denver en circunstancias similares. Respondieron y ganaron la serie 4-3. Así que nadie los da por muertos todavía.
Pero esta noche, el nombre que retumba en cada rincón de la NBA es uno solo: Haliburton decisivo.