Las Águilas Cibaeñas están viviendo un Arranque Águila que no se había visto en más de dos décadas. Su impresionante récord de 17-3 en la temporada 2025-26 no solo llama la atención; también evoca recuerdos, despierta pasiones y nos hace sentir que el béisbol está narrando una historia que ya conocemos… pero con un toque más emocionante.
Un inicio que vuelve a emocionar
La victoria del miércoles contra los Toros del Este fue más que solo un triunfo más. Fue un recordatorio de que el equipo está volando alto, tan alto como en esa memorable temporada 2004-05, cuando también comenzaron ganando 17 de sus primeros 20 partidos. En esa ocasión, ese impulso los llevó a terminar con un sólido 30-19 y a conquistar la serie regular.
Hoy, ese Arranque Águila vuelve a encender ilusiones.
En aquellos años, las Águilas eran sinónimo de fuerza. Ganaban rápido, se clasificaban temprano y luego recibían a sus grandes figuras de las Grandes Ligas con el boleto casi asegurado. Era una fórmula que funcionaba. Era su identidad.
Un espejo con el pasado
La comparación no es casual. Durante esa etapa dorada —entre 1998-99 y 2004-05— hubo siete temporadas seguidas en las que siempre ganaron al menos 13 de sus primeros 20 encuentros. Ese colchón era oro puro. Permitía descanso, estrategia y un cierre letal.
En la 2004-05, nombres como Miguel Tejada y Tony Batista apenas aparecieron en un partido de serie regular, agotados por sus temporadas completas en las Grandes Ligas. Aun así, el equipo no tambaleó. Félix Fermín se apoyó en la producción de Polonia, Encarnación, Wily Mo Peña, Alex Fernández, Alexis Gómez, Víctor Díaz y un núcleo que jugaba sin presión.
También hubo brazos que sostuvieron el sueño: Juan Francisco Peña, Nelson Cruz, José Vargas, Arnaldo Muñoz y Santiago Ramírez. Y cuando llegó el todos contra todos, el pitcheo se convirtió en una muralla. Tavárez, Lima, Miguel Batista y Claudio Vargas se unieron para fortalecer lo que ya era un proyecto sólido.

