Rafael A. Escotto
La última vez que República Dominicana vivió el espíritu de las ideologías de los partidos políticos fue en el tiempo en que el profesor Juan Bosch Gaviño presidió el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y luego el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hasta su enfermedad.
Se podría afirmar que el doctor José Francisco Peña Gómez modificó el proyecto ideológico original que trató de establecer Bosch de una «dictadora con respaldo popular», por una socialdemocracia al estilo alemán, de centroizquierda progresista.
El doctor Joaquín Balaguer, por su parte, reorientó su partido, el Reformista, para abrazar el pensamiento de la Democracia Cristiana, de esencia conservadora, y fue así como este aguzado y experimentado político dominicano se montó en la ola doctrinaria de los ideales sociales de la Iglesia Católica.
En nuestra reciente visita a los Estados Unidos en el mes de diciembre 2023 fuimos abordados por algunos dominicanos amigos para saber de buena fuente cómo andaba la política en la República Dominicana. Esta fue una de las preguntas que me formularon y la cual ocupa su interés: ¿Por qué los partidos políticos en la República Dominicana: PRD, PLD, PRSC y todos aquellos partidos que en los procesos electorales hacen la función de «bisagras» han entrado en una fase de desaparición del espectro electoral?
El liderato de esos partidos, exceptuando a Bosch, Peña Gómez y a Balaguer, al haber abandonado las ideas que le dieron sustentación, entendieron, en su momento, que la acumulación individual, bárbara e inmoral de riqueza, era altamente necesaria para poder mantenerse en el poder a través del uso indebido de los bienes del Estado y de la corrupción.
Al llegar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con el presidente Leonel Fernández a la cabeza, y más tarde con Danilo Medina Sánchez, llegó a la fatal concepción de que un liderato sin riqueza no era importante. Fue bajo este argumento que algunos partidos con vocación de poder abandonaron sus ideas y esta determinación hizo que estos partidos fueran perdiendo credibilidad y apoyo popular.
Hoy, esos mismos partidos se afanan por volver al poder, posiblemente para hacer lo mismo que hicieron desde sus respectivos gobiernos, no obstante, el pueblo inteligente los repudia y es posible que les niegue su voto en las elecciones pautadas para celebrarse en 2024.
A partir de las elecciones de 2024 y las de 2028 en adelante podría tener la agravante, sobre todo el último año, de que tanto el PRD, PLD y el PRSC disminuyan sus influencias sobre el electorado en razón a que no representarán el interés de los nuevos votantes y porque el panorama político mundial habrá cambiado.
Es posible que las elecciones de 2024 sean los penúltimos coletazos electorales de estos partidos, puesto a que la nueva generación de políticos es probable que tome el camino nuevamente de las ideologías, de los principios y de la ética, a los que renunció el viejo liderato partidario de PLD, FP, PRSC y PRD.
En cuanto al partido Fuerza del Pueblo (FP), para el 2028 habrá sido sustituido o, en último caso, sus siglas podrían desaparecer por completo porque la supuesta mayoría de la que hoy presume no es tal, sino que fue el fruto de un apañamiento político al que se vio obligado aceptar el PRM por conveniencia política electoral.
Si el Partido Revolucionario Moderno (PRM) no se deja seducir por los vientos de la corrupción de estado que están siempre presentes como una tentación peligrosa en alguna parte exigua del funcionarato, es posible que el presidente Luis Abinader Corona, al correr del año 2024, le dé un giro de 360 grados a su estilo de gobernar.
¿Por qué visualizo esta probabilidad? Porque desde ya se puede olfatear que Luis es la única fuente política moralmente potable con la que cuenta el país para dirigir el tránsito de una era de corrupción de estado a una de desarrollo, de una democracia con estabilidad, de respeto internacional y prosperidad económica, muy parecida al milagro económico alemán logrado por Konrad Adenauer, líder de la Unión Demócrata Cristiana (UDC), el cual se convirtió en una de las fuerzas políticas más predominantes de Alemania.
Sabemos que el presidente Luis Abinader llegó al poder con muchos compromisos políticos sombríos. Creemos, por tanto, que a partir de las próximas elecciones presidenciales Luis, si obtiene el voto de su pueblo, habrá terminado con esas odiosas «obligaciones» políticas para hacer su propia agenda política, social y económica que indudablemente podría convertir la República Dominicana en una nación altamente productiva y próspera.
Luis Abinader está por encima de su propio partido, así como de cualquier otra organización opositora, incluyendo el PLD y la FP. Él tiene un liderato que se ha ido fortaleciendo dentro de las masas populares y goza también de la confianza de buena parte del empresariado y de los grupos religiosos más importantes.
El Luis que está gobernando el país en estos momentos no será el mismo que podría gobernar la nación dominicana de nuevo a partir de 2024 ni mucho menos volverá a gobernar con funcionarios sugeridos por otros y a quienes él tuvo que aceptar a regañadientes o con disgustos.
Fuente: La Información.