OPINIÓN

Diáspora y Dominicanyork, dos odiosos calificativos

Rafael A. Escotto.
Este artículo no es una crítica en contra de nadie ni a favor de nadie. Es, más bien, un ejercicio sociológico para entender el lenguaje de una época o el desencuentro entre los habitantes de un mismo pueblo separados forzosamente por razones socioeconómicas y otros por estudio en el exterior, preferentemente Estados Unidos y los que se quedaron dentro del país (República Dominicana)

El examen que me he propuesto desarrollar más adelante sobre los adjetivos o calificativos: «diáspora», «dominicanyork» y «cadenuses»es es meramente pedagógico en razón a que este tipo de tema no había sido abordado anteriormente con la suficiente libertad de consciencia y de expresión. A ver:

Durante mucho tiempo el concepto diáspora ha sido utilizado por los dominicanos que quedaron dentro del país, sobre todo, aquellos que pertenecían a la «elite social y económica» dominicana, como un tratamiento despectivo contra la inmigración dominicana asentada sobre territorio de los Estados Unidos de Norteamérica.

Etimológicamente, la palabra diáspora implica el desplazamiento masivo de grupos de personas de su lugar de origen hacia otros destinos que les ofrezcan las condiciones materiales o institucionales para hacer sus vidas y desarrollarse como individuos.

Los grupos sociales, económicos y culturalmente progresista que lograron integrarse verdaderamente a la sociedad estadounidense nunca aceptaron el calificativo de diáspora ni de Dominicanyork.

Se luchó mucho desde los centros universitarios y educativos norteamericano (sociólogos, antropólogos sociales, empresarios organizados y abogados de origen dominicano graduados en el sistema de educación superior norteamericano) para que la llamada «élite social, la clase media y la clase política» en República Dominicana desistiera del uso de este adjetivo por ultrajante y porque el término tiene implícito un fin socialmente alienante.

No ha bastado que dominicanos hayan escalado posiciones relevantes dentro del sistema político, social y económico norteamericano, ni tampoco que haya sido a través de los aportes económicos (remesas) de la mal llamada «diáspora» que muchos de los compatriotas en el país estén hoy usufructuando un bienestar al  cual ellos han aportado muy poco para la estabilidad financiera y monetaria del país.

Por tanto, el uso del calificativo «Diáspora» el cual tiene un substrato menospreciativo, al que recurren hoy cónsules, embajadores y funcionarios dominicanos que visitan los EE.UU,  debe ser rechazado publica y categóricamente por necio y, sobre todo, por injustificado, irrespetuosa y ultrajante contra nuestras inmigraciones, inmigraciones de hombres y mujeres ampliamente progresistas, estudiosas, inteligentes y honradas.

Hablar de honradez y de moralidad en la sociedad dominicana de hoy día es un tanto riesgoso. Pero no se puede generalizar como se hace en el país (República Dominicana) contra los dominicanos residentes en el exterior, llamándole injuriosamente «diáspora o en su defecto, aun mas degradante: «Dominicana-York»

No vayan ustedes a creer que el calificativo de diáspora entre los dominicanos de los Estados Unidos y los de República Dominicana es lo mismo que el concepto de diáspora del hermano pueblo Judío en España durante el reinado de los reyes católicos que fueron expulsados o en Alemania bajo los nazis, considerado un holocausto.

Ese calificación adoptado por los dominicanos de aquí (República Dominicana) se escogió para desacreditar en un periodo de nuestra historia a los dominicanos de allá (EE.UU.AA.) para no darle acceso a los que venían de retirada o a invertir en negocios de licito comercio en su país de origen.

En cambio, el pueblo norteamericano le abrió sus brazos a nuestras inmigraciones acogiéndolos y brindándole los beneficios y oportunidades de su sociedad, en sentido amplio, gesto que se debe agradecer y se agradece. Es cierto que han habido vagabundos que han delinquido en territorio norteriano, pero son los menos de nuestras inmigraciones.

Esa expresión del pueblo estadounidense se la hemos devuelto dándole oficiales electos, tales como senadores,  congresistas , concejales municipales y jueces de cortes, embajadores, médicos eminentes, oficiales militares, funcionarios federales y estatales, abogados que se han destacado por su inteligencia y gran calidad moral en el territorio de los Estados Unidos.

Este artículo viene a acentuar el repudio histórico de amplio segmento de dominicanos residentes en los Estados Unidos contra el calificativo de diáspora o de Dominicanan-York, los cuales no son más ni menos que denominaciones adoptadas para denigrar o infamar a la comunidad de residente y de ciudadanos dominico-estadounidense en los Estados Unidos.

Esta bueno ya de tanta desconsideración inmerecida contra un grupo de compatriotas en el extranjero que lo menos que han hecho es trabajar, una veces bajo el despiadado frio del invierto o bajo el ardiente sol de verano, imitar el progreso de los buenos ciudadanos estadounidenses, abrirse paso con esfuerzos en las mejores universidades norteamericanas para progresar y ser útil al país que lo acogió y darle méritos por lealtad inmerecida al país de origen que lo menospreció cuando más necesitó su apoyo..

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