El 11 de mayo de 1946 marcó el fin de una era literaria con la muerte de Pedro Henríquez Ureña, uno de los más destacados filólogos, críticos y escritores dominicanos del siglo XX. Nacido el 29 de junio de 1884 en Santo Domingo, su legado sigue siendo una fuente de inspiración y conocimiento en el mundo hispanohablante.
Henríquez Ureña dejó una huella imborrable en diversos países, donde sus contribuciones al campo de la filología y la educación fueron ampliamente reconocidas. En Francia, en 1910, publicó su obra seminal «Horas de Estudio», que le valió el reconocimiento internacional por su erudición y su profundo conocimiento del idioma español.
Su periplo intelectual lo llevó a España, donde colaboró en la prestigiosa revista de Filología Española, y a México, donde ocupó el cargo de director general de Enseñanza Pública y fue catedrático en la Universidad Nacional. En Argentina, impartió clases en las universidades de Buenos Aires y La Plata, dejando una marca indeleble en la educación superior del país sudamericano.
Sin embargo, su compromiso con la educación dominicana también fue innegable. A su regreso a la República Dominicana, Henríquez Ureña asumió el cargo de Superintendente General de Enseñanza, donde contribuyó significativamente al desarrollo y la mejora del sistema educativo del país.
El legado de Pedro Henríquez Ureña trasciende las fronteras geográficas y temporales. Su obra, tanto escrita como pedagógica, sigue siendo una fuente de inspiración y conocimiento para generaciones futuras de académicos y amantes de la literatura.