Editorial Invitado

Redacción “Las venas abiertas” del río Yuna

La globalización de la economía del “libre mercado” asumido por los países del mundo, tanto los que conforman el bloque de la democracia capitalista como los que integran el bloque de regímenes comunistas, exhiben, a medida que sus economías crecen, los dos resultados más reconocidos de las distorsiones provocadas por la doctrina neoliberal: la profundización de la desigualdad social y la expansión de la pobreza; y la devas­tación del medio ambiente y los recursos naturales.

En un país como el nuestro, ese panorama del crecimiento de la economía bajo el modelo del “libre mercado”, no deja de manifestarse con toda claridad ante los ojos de quienes ven cómo el crecimiento y modernización de la economía en el marco del subdesarrollo, deja sentir el problema de la desigualdad social y la pobreza, así como el deterioro progresivo del medio ambiente.

La contingencia de la presente sequía que abate el estado natural de las principales cuencas hidrográficas hace ver con mayor relieve sus efectos devastadores, al tiempo de evidenciar cómo ciertos sectores que operan en la economía se han dedicado a la destrucción de los recursos naturales, especialmente los hídricos y los forestales.

La consecuencia más visible de esa acción destructora se observa en el estado de los cauces de los ríos, los cuales exhiben no solo cómo se ha ido reduciendo el caudal de agua, sino también cómo los depredadores impulsores de empresas devoradoras del medio ambiente sin regulación extraen los materiales que son partes del cauce de los ríos para convertirlos en insumos para la industria de la construcción.

De esa manera vemos un paisaje sobrecogedor y preocupante, por ejemplo, al viajar por la autopista Duarte entre La Vega y Bonao, donde la mayoría de los ríos que cruzan esa vía se han secado y sus cauces explotados por los depredadores. Es penoso el caso del río Yuna, el otrora río más caudaloso de la República, en cuya cuenca se encuentran las presas de Rincón, Hatillo, además de Blanco.

Es poco o nada lo que las autoridades pueden hacer frente a la sequía por razones de facti­bi­lidad técnica y financiera. Pero la calamidad de la devastación de los cauces de los ríos, si puede ser enfrentada con inteligencia y voluntad por las autoridades, las cuales están obligadas a regular y corregir las “barbaridades” causadas por los depredadores.

La extracción indiscriminada de las arenas y materiales de los ríos debe ponérsele un corte con medidas firmes y pesadas apegadas a las leyes y a la Constitución. No se puede permitir que los depredadores arruinen y des­truyan los ríos como fuentes de agua.

Que esta situación agravada por la sequía, tal como la denuncia La Coalición Ecológica y Popular de Bonao, tiene que obligar a las autoridades de Medio Ambiente y nacionales a que tomen las medidas urgentes y sistemáticas que corrijan esa situación, de manera que se le ponga fin al “espíritu salvaje” que surge del afán desmedido y sin control de la maximización de beneficios sin miramientos.

¡Qué las autoridades intervengan y sometan al orden a los depredadores ambientales! 

Redacción La Información

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