En la Carta Pastoral emitida por el Episcopado Dominicano, la Iglesia Católica pone el énfasis en la renovación de la esperanza y la justicia social, exhortando a “renovar el compromiso con la justicia social, el desarrollo integral y la protección de los más vulnerables”.
En el documento de La Pastoral, los obispos externan y hacen pública su profunda preocupación por las condiciones de “pobreza y sufrimiento”, realidades que “laceran la dignidad humana y limitan el acceso a los derechos fundamentales”.
Este simple planteamiento que, alude a uno de los desafíos más difíciles que enfrentan los gobiernos de la República y todos los sectores que como la Iglesia muestran su interés y compromiso con los “abandonados de la fortuna”, debe conducir a la Iglesia no solo a manifestar su preocupación y sus buenos deseos de superar la pobreza, sino que se debe pasar a trabajar en el plano de la formulación de los lineamientos, planes y proyectos que hagan viable las acciones concretas para el desarrollo que permita superar el estado de pobreza e injusticia social reinantes.
La Iglesia Católica a través de sus diversos grupos de trabajo que se orientan por la dotrina social de la Iglesia, pudiera contribuir a clarificar cómo los gobiernos pudieran trabajar para sacar a millones de personas hundidas en la pobreza, las injusticias y la falta de esperanza.
Ese desafío se hace más evidente cuando se constata que el actuar y quehacer político carece de contenido conceptual y solo parece asumir como objetivo práctico el estímulo a los empresarios para facilitarles “buenos negocios” para consolidarlo como clase dominante y para los marginados las “boronas”, para cuya repartición los políticos se hacen expertos, alimentando el “oportunismo clientelar”.
Es perentorio conceptualizar un modelo de gestión pública dirigida a integrar a la marginalidad social, promoviendo una especie de “capitalismo popular”, que movilice y ascienda social y económicamente a los pobres del capitalismo.
En ese orden, la Iglesia Católica siguiendo su doctrina social, está en capacidad sobrada para contribuir a darle contenido conceptual a la praxis política, formulando un modelo socioeconómico que sirva de orientación de la clase política, hoy día afectada por el vacío conceptual, de valores y de una agenda política capaz de combatir la pobreza e impulsar el desarrollo.
¡Qué se trabaje en esa dirección!
Fuente: LaInformación.com.do