Lincoln López
Escogí esta frase, entre muchas, contenidas en el interesante ensayo: “¿Qué es el populismo?”, del filósofo francés Bernard-Henri Levy (1948), para transmitir una idea general y menos rigurosa del mismo, en razón del espacio limitado para abordar el conjunto de sus conceptos.
Reproduciré algunos fragmentos y comentaré otras ideas suyas sobre este movimiento retórico implementado en varios países del mundo, tanto de derecha como de izquierda, proclamando la supremacía de la voluntad popular sobre las instituciones y contra las élites corruptas.
Primero: “Al populista le gustaría reemplazar las elecciones por los sondeos (o por un plebiscito) el concepto de República por el de concurso televisivo y al pueblo por la plebe. Se trata de una enfermedad senil de la democracia”. Si bien es cierto que los “sondeos” no han reemplazado las elecciones, también es cierto, que las “guerras de encuestas” son concebidas para las mentes empobrecidas intencionalmente de los votantes. Más adelante expresa: “un instrumento más en manos de los poderosos que van a escudriñarnos, a evaluarnos, a manipularnos”.
Segundo: el populista considera necesario ir contra los intelectuales. Afirma Levy: “El populismo es siempre un antintelectualismo”. Es decir, se opone a los letrados como seres pensantes, a la educación y al pensamiento científico. Algunos gobernantes criollos o extranjeros serán de triste recordación o de burlas, porque nunca ofrecieron un discurso con citas o razonamientos sobre temas trascendentes. Ese tipo de razonamiento profundo, lo considera vacío. El populista “siempre recurre al lenguaje vivo… al lenguaje crudo truculento, contra la lengua supuestamente muerta”, o sea, muerta es la lengua de la razón.
Tercero: “Ya nadie ve al pueblo, pero él ve todo el tiempo a sus amos (en los periódicos, en Twiter y en Facebook, en los programas de la señora Le Marchand, en los falsos debates, ajenos a toda voluntad de veracidad que se organizan en nuestros días). El populismo es una de las formas más elaboradas del poder en la Edad Moderna”. Lamentablemente, ya navegamos en ese “incierto océano”.
Dos últimos aspectos para finalizar, pues retratan a ciertos pseudos líderes. Según Levy: “el narcisismo de los individuos, ebrios de sí mismos y de su suficiencia”. El segundo es, el populista es una propedéutica del odio, de la exclusión, del racismo”… Esos y otros factores forman parte de las causales de “La enfermedad senil de la democracia”, para el citado filósofo, que son mentales y van degenerando al pueblo en lo cognitivo, el juicio, altera su comportamiento…
Y de esta degradación y hasta la posible extinción de la vida humana, será responsabilidad de los gobernantes populistas, de izquierda o de derecha.