El Papa Francisco, desde la Logia Central de la Basílica de San Pedro, impartió la Bendición Urbi et Orbi en la Solemnidad de la Natividad del Señor. En su mensaje navideño, el Pontífice recordó que la misericordia de Dios puede todo: desata nudos, derriba muros, disipa el odio y el espíritu de venganza.
“En esta Navidad, inicio del Año Jubilar, invito a todas las personas, pueblos y naciones a cruzar la Puerta Santa, a convertirse en peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”, expresó Francisco, enfatizando que Jesús es la Puerta de la paz.
El mensaje de la Navidad: amor, perdón y reconciliación
El Papa destacó el misterio que se renueva cada Navidad, recordando cómo la Virgen María dio a luz a Jesús, lo envolvió en pañales y lo colocó en un pesebre, mientras los ángeles proclamaban: “Gloria a Dios y paz a los hombres”.
“Este acontecimiento, que ocurrió hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo. En medio de las dificultades de nuestro tiempo, la Palabra eterna de salvación nos recuerda el amor inmenso de Dios, que siempre nos perdona y nos llama a regresar a Él”, afirmó el Papa.
Francisco instó a los fieles a abrirse al perdón divino y a reconciliarse consigo mismos, con los demás y con Dios: “Jesús es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto para que todos podamos volver a casa”.
Un llamado a la paz mundial
En su mensaje, el Santo Padre pidió por la paz en las regiones más afectadas por los conflictos:
Ucrania: Hizo un apremiante llamado para que “callen las armas” y se abran caminos de diálogo.
Oriente Medio: Abogó por el cese de la violencia en Israel, Palestina, Gaza, Líbano y Siria.
África: Recordó a los países golpeados por el terrorismo, los conflictos armados y el cambio climático, como Burkina Faso, Níger y Sudán, implorando soluciones de paz y justicia.
América Latina: Invitó a las naciones del continente a trabajar por la armonía social, destacando las crisis en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua.
Francisco también dirigió un mensaje de esperanza a los habitantes de Myanmar y a las poblaciones desplazadas por las guerras y las crisis humanitarias en todo el mundo.
Un mensaje de solidaridad y agradecimiento
El Papa reconoció el trabajo de quienes, en silencio, hacen el bien: los padres, educadores, personal sanitario, fuerzas del orden y misioneros que llevan consuelo a quienes más lo necesitan. Además, pidió que este Año Jubilar sea una oportunidad para perdonar las deudas de los países más pobres.
Francisco concluyó invitando a todos a convertirse en peregrinos de esperanza:
“Jesús nos espera en el umbral de la Puerta Santa, con los brazos abiertos. Abramos las puertas de nuestro corazón como Él nos ha abierto las del suyo. Dejémonos curar y perdonar, para construir juntos un mundo de paz, amor y reconciliación.”
Con Información de vaticannews.va