El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció el cierre definitivo del Centro de Participación Global, una oficina del Departamento de Estado que fue creada en 2016 con el propósito inicial de combatir la propaganda terrorista. Con el tiempo, sus funciones se expandieron para enfrentar campañas de desinformación provenientes de países como Rusia, China o Irán. Sin embargo, según Rubio, esta entidad se desvió de su misión original y terminó siendo utilizada por la Administración Biden para restringir la libertad de expresión dentro del propio país.
"Durante el gobierno anterior, esta oficina, que costaba a los contribuyentes más de 50 millones de dólares al año, se dedicó a silenciar a los propios ciudadanos estadounidenses", expresó Rubio en un comunicado. Para el actual jefe de la diplomacia, la lucha contra la desinformación se transformó en un arma de censura que afectó a personas por simplemente expresar sus ideas.
Una señal clara desde el nuevo gobierno
Rubio afirmó que este cierre es un primer paso para restaurar la confianza en las instituciones y garantizar los derechos fundamentales, en especial el de la libertad de expresión. Añadió que "durante la última década, en Estados Unidos se ha difamado, despedido e incluso encarcelado a personas simplemente por opinar diferente".
Esta decisión se enmarca en la nueva línea que busca marcar la Administración Trump, ahora de vuelta en la Casa Blanca, que promete defender los derechos constitucionales. El vicepresidente JD Vance ya había adelantado esa postura en un discurso reciente en Múnich, donde criticó duramente a gobiernos europeos por reprimir voces conservadoras.
A la par del cierre, el Departamento de Estado ha revocado centenares de visados a estudiantes extranjeros que se manifestaron a favor de Palestina, acusándolos de apoyar el terrorismo. Esto ha encendido aún más el debate público sobre hasta dónde llega realmente la libertad de expresión en Estados Unidos y quién decide lo que debe considerarse desinformación o simplemente una opinión distinta.
Mientras unos aplauden la decisión de Rubio como un acto valiente en defensa de la democracia, otros temen que se esté debilitando la capacidad del país para enfrentar amenazas externas en el terreno digital. Lo cierto es que el tema de la expresión libre se vuelve cada vez más central en una sociedad donde la tecnología, la política y la ideología se entrelazan más que nunca.
Con Información de Agencia EFE