Hoy se cumplen 27 años desde que José Francisco Peña Gómez dejó este mundo. Pero si algo está claro, es que su voz, su energía y su lucha siguen vivas en la memoria colectiva. Peña Gómez líder. No porque lo dijeran los libros, sino porque lo sintió el pueblo.
Un hombre que hablaba claro y caminaba al lado de su gente
Peña Gómez no era un político cualquiera. Tenía algo que no se aprende: conexión real con la gente. Donde otros veían multitudes, él veía rostros. Escuchaba. Sentía. Entendía el dolor del más humilde como si fuera el suyo.
En abril de 1965, cuando todo parecía incierto, tomó un micrófono y llamó al pueblo a las calles. Lo hizo sin miedo, porque creía en la justicia. Y el pueblo le creyó. Esa valentía, ese compromiso, no se improvisan. Se llevan en el alma.
Carisma, coraje y mucha resistencia
Tenía ese "algo" que hace grandes a los líderes: el don de llegar sin tocar la puerta. De hablar y que todos escuchen. De inspirar sin gritar.
Peña Gómez trabajaba sin descanso. Le dolía su país y no se conformaba con mirarlo desde lejos. Peleó por una nación más justa, con más oportunidades para todos. Y aunque muchos lo atacaron, nunca se rindió. Supo aguantar golpes, traiciones y mentiras. Su fuerza estaba en su fe, en su amor por el pueblo.
Hoy, su legado sigue de pie, aunque a veces parece que hasta los suyos lo han olvidado. Lo dividen, lo usan, lo mencionan… pero pocos lo honran como merece. Porque Peña Gómez no era de un partido, era de la gente.
Un recuerdo que sigue latiendo
No es momento de compararlo con otros grandes. Hoy es su día. Hoy toca recordarlo a él. Al hombre que no necesitó trajes caros ni títulos pomposos para ser gigante. Al que abrazaba al pueblo, al que hablaba con el corazón, al que nunca dejó de luchar.
Han pasado 27 años desde que se fue. Pero mientras haya alguien que crea en la justicia, en la dignidad y en la igualdad, Peña Gómez seguirá presente.