El presidente Luis Abinader prometió el domingo que durante su segundo mandato el Gobierno se propone erradicar el hambre, reducir la pobreza general y la extrema, ampliar la clase media y aumentar en un 50 % el ingreso per cápita, lo que significaría una gran transformación económica y social o una aventura quijotesca.
En un desbordante optimismo, que ojalá fuera altamente contagioso, el jefe de Estado dijo que al final de su último mandato quiere alcanzar la meta de aumentar el ingreso per cápita, de 10,000 diez mil dólares a 15,000, lo que daría un gran impulso a la calidad de vida de los dominicanos.
En torno a la construcción de obras de infraestructura vitales para impulsar el tipo de sociedad que el mandatario ha prometido, resaltó el Sistema Integrado de Transporte, que “cambiará la forma de moverse” en la capital o el monorriel de Santiago, que la convertiría en una de las ciudades mejor conectadas de América.
Sin confrontar tan firme convicción sobre los logros económicos y sociales que augura el presidente Abinader, vale recordar que Chile, México, Perú y Uruguay, alcanzaron el grado de inversión otorgado por las principales calificadoras de riesgo, pero ninguno ha podido erradicar el hambre ni colocarse a la altura de las economías desarrolladas.
El entusiasmo mostrado por el Presidente no alcanza para comparar al país con Hong Kong, Singapur, Corea del Sur o Taiwán, naciones que tardaron más de 50 años en alcanzar las metas planteadas aquí para un cuatrienio, pero la sociedad está compelida a acompañarlo en ese desafío, al final del cual, todo lo que se logre resultará en ganancia.
Fuente: ElNacional.com.do