Atabey en Sosúa: entre la fe y el mar
En el corazón de la bahía de Sosúa, se encuentra una figura que ha suscitado tanto pasiones como controversias: Atabey en Sosúa. Esta diosa taína de la fertilidad, la luna y el agua dulce se alza bajo las olas como una guardiana silenciosa, mientras que en la superficie, el debate no se detiene.
Esta escultura, una de las más imponentes del Caribe con sus 16 pies de altura, fue instalada en marzo de 2023. Su objetivo no era religioso, sino ecológico: servir como refugio para los corales y fomentar la restauración marina. Este proyecto fue una colaboración entre la Fundación Ecológica Maguá, Global Coralition y el Ministerio de Medio Ambiente, con la valiosa asesoría de Mary Jean Infante e Irka Mateo.
Construida de acero y cemento con pH neutro, Atabey en Sosúa se ha integrado de manera natural al ecosistema. Se ha convertido en un atractivo turístico para buzos y visitantes, pero también ha sido el centro de una controversia que va más allá del arte.
El debate: fe o ignorancia
El conflicto estalló cuando el ayuntamiento de Sosúa, a instancias del sacerdote Johnny Espinal Castillo y del pastor Sebero Cordero Capellán, aprobó una propuesta para retirar la estatua, considerándola un símbolo de idolatría.
La respuesta fue inmediata. En redes sociales y medios locales, algunos defendieron la escultura como un patrimonio ecológico y cultural, mientras que otros apoyaron la medida religiosa, describiéndola como una “protección espiritual” para el municipio.
El Ministerio de Medio Ambiente aclaró que el ayuntamiento no tiene la autoridad para ordenar su retiro, enfatizando que el proyecto está bajo la supervisión técnica y ambiental del Estado.
Más allá del ruido, la estatua de Atabey en Sosúa refleja una tensión que se vive en muchas sociedades: el choque entre la tradición ancestral, la fe moderna y la urgente necesidad de cuidar nuestro planeta.
Un símbolo bajo el agua
En el silencio del mar, Atabey continúa cumpliendo su misión: dar vida y esperanza.