Por Luis Alfredo Collado.- Cuando casi todos se van, quedan imágenes como estas que ilustran el texto, en las que se ven las ruinas del salón comunal, la escuela, y la iglesia. Esto es en la parte baja de Damajagua, como a 7 kilómetros del pueblo de Jánico, que cuando emigraron la mayoría de los habitantes de Fortaleza y La Caobana automáticamente colapsó la infraestructura de esta comunidad.
Los que se fueron se establecieron en la parte alta de Damajagua, Santiago y Estados Unidos. Hasta el punto que solo quedan unas 20 viviendas habitadas en los referidos lugares, y en los dos sectores apenas residen aproximadamente unas 46 personas.
Como la tendencia es que cada vez haya menos habitantes y menos casas ocupadas, esas propiedades específicamente los solares, debieran ser vendidos y el dinero resultado de la venta sea repartido entre los que se quedaron. Algunos lo necesitan más que otros, pero la mayoría vive por debajo de la línea de la pobreza, y ese dinero lo pudieran utilizar en alimentos y medicinas, o lo que sea.
Los solares se pueden vender para repartirle el dinero a los que se quedaron, es lo mejor que se puede hacer porque ni la iglesia católica ni el Ministerio de Educación necesitan eso, pues ambas instituciones son ricas y poderosas, y no le hace falta nada. En cambio los pobres si lo necesitan, y le hace falta todo.