Cuando la pelota no lo es todo
Los Dodgers de Los Ángeles levantaron la voz esta semana. En la mañana del jueves, el equipo denunció públicamente que agentes de ICE intentaron ingresar al estacionamiento del Dodger Stadium. La organización informó que se negó a permitir la entrada, defendiendo así su postura frente a las redadas migratorias que han causado alarma en la comunidad angelina.
El anuncio del equipo no pasó desapercibido. Rápidamente, desde el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) respondieron: “Esto no tuvo nada que ver con los Dodgers”, afirmaron en sus redes sociales, agregando que los vehículos de la Patrulla Fronteriza estuvieron en el lugar brevemente, pero que no había ningún operativo ni detenciones.
¿Pero de verdad no tuvo que ver?
Imágenes que contradicen palabras
A pesar del intento del DHS de desmentir la situación, testigos presenciales, medios locales y videos difundidos en redes sociales mostraron a varios vehículos del DHS y agentes enmascarados rondando el área del estadio. No se reportaron arrestos, pero la escena no pasó desapercibida para la comunidad.
El argumento del gobierno fue que el estacionamiento se utilizó como “punto de encuentro” sin vínculo con los Dodgers. Sin embargo, la coincidencia con el juego del día, la tensión en la ciudad y la negativa del equipo a permitir la entrada, abren la puerta a preguntas legítimas.
¿Fue realmente una coincidencia? ¿O se trató de un intento que fue bloqueado a tiempo?
Una comunidad en alerta, un equipo que responde
Los Dodgers han sido un símbolo importante para muchas comunidades inmigrantes en Los Ángeles. Y en medio del debate sobre las políticas migratorias, el equipo ha estado bajo presión para tomar posición.
El ambiente estaba ya caldeado tras lo ocurrido días antes con la cantante Nezza, quien recibió amenazas por cantar el himno nacional en español en el estadio. El clima es tenso y el público lo siente.
La supuesta redada en el estadio —desmentida pero nunca explicada del todo— llega justo cuando el gobierno anuncia nuevas operaciones de ICE en hoteles, granjas y negocios. La gente tiene miedo. Los Dodgers lo saben. Y esta vez, decidieron no quedarse callados.
¿Quién dice la verdad?
El DHS puede negar una redada. ICE puede decir que fue una parada técnica. Pero los hechos —las imágenes, los testigos y la postura firme del equipo— dicen otra cosa. Esta historia, como tantas otras en estos tiempos, tiene más de una lectura.
Y mientras tanto, la ciudad observa. Con desconfianza. Con nerviosismo. Y con la sensación de que algo más pasó en ese estadio.