Editorial

Iglesia & justicia social

El nuevo arzobispo de Santiago, quien tomó posesión el pasado sábado, ha proclamado que la Iglesia Católica no puede callar ante los problemas e injusticias sociales. Esa posición es saludable y acorde con las enseñanzas de Jesucristo, el hijo de Dios, que sacrificó su vida por la redención de la humanidad.

Monseñor Héctor Rafael Rodríguez,  quien también es el presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, estima que la iglesia no debe guardar silencio ante las políticas ejecutadas desde el Estado que afecten a la población.

Eso explica la disposición de la Iglesia católica dominicana, expresada a través  del Episcopado Dominicano, mediante la Carta Pastoral y otros mecanismos con la fijación de posiciones claras y precisas sobre variados temas de interes nacional como económicos, políticos, sociales, relativos a la descompoción de la vida familiar, llamando a la unidad en procura de superar la crisis con el propósito de asegurar el bien común.

La Iglesia católica constituye un poder fáctico, que influye en muchos sectores de la vida nacional, para que trabajen por y para el pueblo.

Quienes están vinculados en las dife­rentes estructuras católicas deben refle­xionar a la luz de la sentencia de Leonardo boff que reza: “La política es la búsqueda común del bien común o la actividad que busca el poder del Estado para administrar a partir de la sociedad”, porque es la forma de rechazar los desaciertos y exigir la aplicación de programas orientados a dar respuestas a las necesidades materiales y espirituales de la gente.

De acuerdo al pensamiento filosófico en diversas fases de la evolución política, es un deber cristiano sugerir la construcción de una democracia representativa y participativa, porque la democracia, en su plataforma doctrinal persigue garantizar la equidad e igualdad social.

Claro, como muy bien expone el mitrado, la jerarquía de la Iglesia Católica solo formula críticas razonables y cons­tructivas a los gobiernos, con el objetivo de enderezar los “caminos torcidos” y coadyuvar a conducir por un sendero correcto los destinos del país; eso se traduce en un comportamiento patriótico, por ende, debe ser respaldado por los diversos segmentos de la sociedad, porque juntos se trabajará por la construcción de una mejor República Dominicana y la felicidad de los dominicanos y dominicanas.

Un tema prioritario que debe encarar la Iglesia católica, a juzgar por el pensamiento del nuevo arzobispo de San­tiago, es la Pastoral Familiar porque  dede convertirse en un vehículo vital para la integración de la sociedad desde el hogar y que por eso gobernará la arquidiócesis, tomando en cuenta las opi­niones de los laicos,  los sacerdotes y a las autoridades eclesiásticas.

Que se marche, pues, junto a la Iglesia Católica por un sistema político justo, noble, cristiano y humanista.

Fuente: La Información. 

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