Cuando el corazón juega, todo es posible
El Madison Square Garden volvió a latir con fuerza. En una noche donde no había espacio para fallar, los Knicks respondieron con coraje. Jalen Brunson y Karl-Anthony Towns sacaron el alma, el carácter… y el talento. El resultado fue una gran victoria ante los Pacers que mantiene con vida el sueño de llegar a las Finales del Este.
Brunson anotó 32 puntos. Volvió a ser el líder que Nueva York necesitaba. Estaba dolido por el juego anterior, pero se levantó con más fuerza. Towns, con la rodilla golpeada, no se escondió. Se lanzó al ruedo y aportó 24 puntos y 13 rebotes que valen oro.
El ambiente en la arena fue pura emoción. Cuando todo parecía cuesta arriba, la gente coreaba: “¡Knicks en 7!”. Porque el Garden no abandona. Porque este equipo, con fallos y todo, no deja de luchar.
Más que puntos, fue una muestra de orgullo
Después del desastre defensivo del Juego 4, los Knicks ajustaron. Esta vez, Indiana solo anotó 45 puntos en la primera mitad. Y a Tyrese Haliburton, el mismo que los volvió locos hace dos noches, lo dejaron en apenas 8 puntos.
Brunson se hizo cargo desde el salto inicial. Es su vigésimo juego de playoffs con más de 30 puntos, algo nunca visto en esta franquicia. Pero más allá de las cifras, lo que entregó fue carácter.
Towns, con todo en contra, no solo jugó: dominó. Hizo lo que hacen los grandes. Y la defensa, esa que parecía perdida, apareció con hambre de redención.
El tercer cuarto fue clave. Brunson anotó los primeros 8 puntos, y Nueva York se despegó. Luego llegó un rally de 12-0 que sentenció el partido y desató la locura.