Este 15 de abril se cumplen 573 años del nacimiento de Leonardo da Vinci, uno de los mayores genios que ha dado la humanidad. Su legado no solo vive en obras como La Mona Lisa o La Última Cena, sino también en sus investigaciones científicas y sus ideas revolucionarias. En homenaje a su vida y obra, compartimos tres datos poco conocidos que demuestran por qué sigue siendo una figura que fascina al mundo entero.
Nació fuera del matrimonio, pero eso no detuvo su destino
Leonardo nació en 1452 en Vinci, un pueblo de la Toscana italiana. Era hijo ilegítimo de un notario y una campesina, lo que en aquella época podría haberle cerrado muchas puertas. Sin embargo, su padre lo reconoció y se encargó de su educación. Desde niño mostró una capacidad extraordinaria para el dibujo y la música. Esa combinación de talento y curiosidad lo convirtió en un joven prodigio, que muy pronto llamó la atención en Florencia, cuna del Renacimiento.
A los 12 años entró como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, donde perfeccionó sus habilidades en pintura, escultura y técnica artística. Cuenta la historia que, al pintar un ángel en una obra conjunta, lo hizo tan bien que su maestro decidió no volver a pintar. Aquel momento marcó el inicio de su carrera como artista independiente.
Sus cuadernos escritos al revés siguen generando teorías
Una de las curiosidades más llamativas de Leonardo da Vinci es que escribía sus notas al revés, de derecha a izquierda. Este método, conocido como "escritura en espejo", todavía despierta muchas preguntas. Algunos piensan que lo hacía para mantener sus ideas en secreto, otros creen que era una forma más práctica para él, ya que era zurdo.
Lo cierto es que en sus cuadernos —como el famoso Códice Leicester, hoy propiedad de Bill Gates— Leonardo registró observaciones de anatomía, mecánica, óptica y diseños que parecían sacados del futuro. Muchos de sus inventos no se construyeron en su tiempo, pero sirvieron de inspiración para avances posteriores.
Una mente que no conoció límites
Leonardo da Vinci fue mucho más que un artista. Fue ingeniero, anatomista, inventor y, sobre todo, un incansable observador del mundo. Su capacidad para mezclar arte y ciencia lo hizo único en su época… y también en la nuestra. Hoy, más de cinco siglos después de su nacimiento, su obra sigue iluminando a generaciones enteras. Y su legado nos recuerda que el verdadero genio nace de la curiosidad y del deseo de entender todo lo que nos rodea.