Por Joseph Caceres.
El fenómeno de la comunicación digital y las redes sociales ha traído de contrabando una amalgama de estilemas que desfiguran la verdadera naturaleza del oficio de la comunicación
Por un lado los denominados “influencers”, especialistas en crear contenidos, exagerando los hechos y diciendo mentiras, con el único objetivo de lograr “views” y “likes”.
Es gente que disfruta con fruición la música de bajos fondos, dirigida a la satisfacción de exigencias banales, por definición epidérmicas, inmediatas, transitorias y vulgares.
Dicen ser los creadores de un nuevo estilo de comunicación, caracterizado por el uso de jergas y expresiones destempladas, que pretende pasar como parte de un esquema al que deben abdicar todos aquellos formados bajo las enseñanzas del respeto, el cuidado y el buen uso del lenguaje.
El hecho de que usted provengan del gueto, del barrio, la calle, del tugurio, no le da derecho a tratar de imponerle a otros sus normas y falencias educativas, pretendiendo invertir los roles sociales. Como parte de la codificación del lenguaje callejero que han articulado, han creado la expresión de “meterle al bloque”, con lo cual creen tener patente de corso para ofender reputaciones, inmiscuirse en la vida privada de la gente, haciendo acopio de expresiones y frases ofensivas. Te meten al bloque, si…al bloque de estupidez, estulticia y basura en el que viven.