Porque, ¿qué mejor manera de pasar el tiempo tras las rejas que organizando un pequeño torneo de autodestrucción? En la Cárcel de La Isleta, en Moca, el pasado sábado 4 de enero, unos visionarios reclusos decidieron llevar la emoción de los juegos de azar a otro nivel, apostando no solo su sobriedad, sino también su salud. Y como era de esperarse, el desenlace fue tan trágico como obvio: varios participantes terminaron en cuidados intensivos, destacando entre ellos el joven Edward Cruz García, de 23 años.
Por supuesto, la administración del centro penitenciario se muestra «sorprendida» ante la noticia, a pesar de que las cámaras de vigilancia están inoperantes desde hace meses. Porque, claro, ¿quién necesita supervisión en un lugar lleno de personas privadas de libertad?
Las reacciones no se hicieron esperar, y ahora todos, desde la Procuraduría hasta el Presidente de la República, prometen una exhaustiva investigación. ¡Faltaba más! Después de todo, es crucial saber cómo es posible que un lugar supuestamente controlado se haya convertido en un parque temático del caos y la ilegalidad.
Organizaciones sociales y ciudadanos exigen justicia y reformas urgentes. Mientras tanto, el resto de los reclusos se preparan para el próximo evento, quizá una competencia de contrabando o un torneo de escapismo. Porque si algo ha quedado claro, es que en las cárceles dominicanas, la creatividad no tiene límites… al igual que la negligencia.