Por: El Foro de Gestión de Riesgo de Desastres de la República Dominicana (FdGRD)
Katrina, Sandy e Irene. Tres nombres que, más allá de lo meteorológico, evocan imágenes de
destrucción, emergencia y titulares en medios de comunicación a nivel mundial. Huracanes de alto
impacto que marcaron épocas y territorios. Pero más allá del daño causado, surge una pregunta válida:
¿por qué tantos huracanes han llevado nombres femeninos?
La respuesta no está en la meteorología, sino en la historia de cómo se ha estructurado la comunicación
del riesgo. En 1953, los meteorólogos estadounidenses comenzaron a asignar nombres femeninos a las
tormentas, con el objetivo de facilitar la identificación y la divulgación pública. Esta práctica, aunque
efectiva en términos de comunicación, respondía a un contexto cultural específico y no a criterios
científicos sobre el comportamiento de los fenómenos naturales.
En 1979, la Organización Meteorológica Mundial introdujo listas de nombres que alternan entre
géneros. Esta decisión buscó equilibrar la representación y reducir la posibilidad de asociaciones
estereotipadas. Sin embargo, investigaciones recientes han puesto sobre la mesa una cuestión
interesante: cómo los nombres pueden influir en la percepción del riesgo.
Un estudio publicado en 2014 por investigadores de la Universidad de Illinois, titulado “Female
hurricanes are deadlier than male hurricanes”, analizó datos de varias décadas y encontró que, en
algunos casos, las tormentas con nombres femeninos eran percibidas como menos amenazantes, lo que
podía derivar en una menor preparación ante su llegada. Esto sugiere que, más allá del sistema de
nombres, existen percepciones sociales arraigadas que pueden influir en la respuesta ante una amenaza
natural.
Este fenómeno no es exclusivo de la meteorología. En diversas culturas, lo natural, lo impredecible o lo
poderoso ha sido representado simbólicamente a través de figuras femeninas. Desde deidades hasta
elementos del paisaje, la relación entre lo femenino y lo natural ha estado presente en la historia de las
ideas. Estos marcos culturales, si bien no son problemáticos en sí mismos, pueden influir en cómo
interpretamos ciertos fenómenos, incluso cuando existen explicaciones científicas claras.
Es importante señalar que los huracanes responden a dinámicas atmosféricas complejas: presión,
temperatura, humedad, vientos y otros factores físicos que nada tienen que ver con el género del
nombre que se les asigna. Sin embargo, el lenguaje que usamos para hablar de ellos puede tener un
impacto real en la conducta de las personas, especialmente en situaciones de riesgo.
Por ello, reflexionar sobre estos aspectos no se trata de señalar culpables ni de juzgar tradiciones, sino
de promover una mirada crítica y consciente que contribuya a una comunicación más efectiva y
responsable. En contextos donde la prevención salva vidas, cada elemento que influye en la toma de
decisiones debe ser considerado.
El lenguaje es una herramienta poderosa: informa, educa y también construye realidades. En gestión de
riesgo de desastres, comunicar con precisión, sin ambigüedades ni referencias que puedan generar
malentendidos, es una parte fundamental de la prevención. Nombrar una tormenta es, en última
instancia, un acto técnico, pero también una oportunidad para observar cómo nuestras construcciones
culturales pueden influir, consciente o inconscientemente, en nuestra relación con el entorno.
Desde el Foro de Gestión de Riesgo de Desastres de la República Dominicana (FdGRD), consideramos
valioso seguir promoviendo estos espacios de análisis, donde ciencia y cultura se encuentran para
enriquecer la práctica y el pensamiento. Una gestión integral del riesgo implica, también, una gestión
cuidadosa del lenguaje.
Elaborado por el Foro de Gestión de Riesgo de Desastres de la República Dominicana—FdGRD—
El FdGRD es un espacio conformado por instituciones y organizaciones de la sociedad civil que
reflexionan y debaten sobre temas de relevancia en la gestión integral de riesgo de desastres, generan
información, elaboran propuestas para influir en la gestión integral de riesgo de desastres en la
República Dominicana.
Fuente: Hoy Digital

