Han pasado 24 años, pero las heridas siguen abiertas. Este jueves, Nueva York volvió a reunir silencio, lágrimas y memoria para honrar a las casi 3,000 11-S víctimas que murieron en el mayor ataque terrorista en la historia de Estados Unidos.
Un homenaje que nunca se apaga
A las 8:46 de la mañana, la ciudad se detuvo. Ese fue el minuto exacto en que el primer avión impactó la Torre Norte del World Trade Center en 2001. Se guardaron seis momentos de silencio, uno por cada ataque que marcó aquella mañana que partió en dos la historia del país.
Familiares, sobrevivientes y autoridades, entre ellas el vicepresidente JD Vance, escucharon la lectura de los nombres de las víctimas. Cada palabra fue un eco de dolor, pero también un compromiso de no olvidar.
El recuerdo no se limita a quienes murieron ese día. También alcanza a los bomberos, policías y rescatistas que en los años posteriores han perdido la vida por enfermedades relacionadas con la nube tóxica que cubrió la ciudad. Según el Programa de Salud del World Trade Center, más de 400,000 personas estuvieron expuestas a ese polvo mortal.
Voces que no callan
Entre los testimonios, el de Desirée Bouchat conmovió a todos. Ella logró escapar de la Torre Sur minutos antes de que el segundo avión se estrellara. Hoy, recuerda con claridad las caras de compañeros que no pudieron salir y cada visita al memorial revive aquel cielo azul que se tornó marrón de golpe.
“Vengo aquí y se me vienen a la mente las caras de los nombres que leo en el memorial”, dijo con la voz quebrada.
El 11-S sigue vivo en las historias de quienes estuvieron allí, en los nombres grabados en mármol y en el silencio colectivo de una ciudad que nunca olvida. 11-S víctimas que hoy son memoria, y memoria que es, también, resistencia.