Siete años después, vuelve el drama más esperado del baloncesto. Juego 7 NBA. La frase que paraliza a fanáticos y escribe capítulos inolvidables. Indiana lo logró. Forzó lo inevitable.
En su casa, ante su gente y con el orgullo por delante, los Pacers arrollaron al Thunder de Oklahoma City 108-91 para empatar la serie final 3-3. Fue una respuesta feroz. Fue una promesa cumplida: “no nos rendimos”.
Obi Toppin encendió el motor con 20 puntos, Andrew Nembhard sumó 17 y Pascal Siakam puso fuerza y presencia con 16 unidades y 13 rebotes. El equipo de Rick Carlisle no solo jugó mejor. Jugó con el corazón.
Una historia de resiliencia
Indiana no ha tenido un camino fácil. Comenzaron la temporada perdiendo más de lo que ganaban. Pero en estos playoffs se han convertido en sinónimo de lucha. Ya son cinco las veces que remontan desventajas de 15 o más puntos. A esta altura, que estén a solo una victoria del título no parece una locura. Parece justicia.
Incluso Tyrese Haliburton, a media máquina por una molestia en la pantorrilla, dejó su huella con 14 puntos. Y desde la banca, TJ McConnell volvió a demostrar que el baloncesto es también esfuerzo: 12 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias.
Todo se decide en casa del Thunder
El juego 7 será este domingo en Oklahoma City. La historia dice que el local gana 15 de cada 19 veces en este tipo de partidos. Pero también recuerda que en 2016, Cleveland venció a Golden State como visitante. Así que todo es posible.
El Thunder, liderado por Shai Gilgeous-Alexander (21 puntos), deberá reencontrarse con su mejor versión si quiere escribir su propio final feliz.
Juego 7 NBA. Tres palabras. Una historia por contar.