El baloncesto es duro. A veces, incluso cuando haces las cosas bien, no es suficiente.
Tom Thibodeau llegó a los Knicks en un momento en que el equipo estaba perdido, sin identidad y sin rumbo. En cinco temporadas, no solo devolvió la competitividad, también rescató la esperanza de una ciudad sedienta de gloria. Pero esa historia tuvo un final inesperado: los Knicks decidieron prescindir de su entrenador.
Sí, los Knicks despidieron a Thibodeau apenas días después de alcanzar las finales de la Conferencia Este, algo que no lograban desde 1999. Bajo su mando, el equipo jugó con garra, volvió a los playoffs y se convirtió en contendiente real. Aun así, la directiva consideró que era momento de un cambio.
En un comunicado, el presidente del equipo, Leon Rose, agradeció a Thibs por su entrega y profesionalismo, pero fue claro: “Tom siempre será parte de esta familia… pero creemos que esta es la mejor decisión para el futuro”.
Y así, como ocurre tantas veces en el deporte, el hombre que levantó al equipo terminó saliendo por la puerta trasera.
Thibodeau, como siempre, fue directo: “Después de cada temporada, haces un análisis profundo. Ves en qué necesitas mejorar”. Esta vez, la mejora no lo incluirá a él.
¿Qué sigue para los Knicks? Nadie lo sabe. Lo que es seguro es que, gracias a Thibs, el equipo volvió a ser relevante. Y eso, aunque no figure en los trofeos, también es ganar.