La presidencia del Licey tiene nuevo dueño, pero el legado sigue en casa. Miguel Guerra Armenteros fue elegido por unanimidad como el nuevo presidente del Club Atlético Licey, y su llegada representa más que un cambio en la directiva: es una nueva página en una historia centenaria de gloria, pasión y campeonatos.
Desde niño, Guerra vivió con el uniforme azul puesto. Su conexión con el Licey no es de ahora. Es nieto del expresidente Ignacio Guerra Abreu, y a sus tres años ya mostraba con orgullo la camiseta del equipo. Hoy, décadas después, vuelve a vestir esos colores, pero desde el despacho principal.
Comprometido con el futuro
Guerra, economista y político de formación, no es un extraño en las oficinas del club. Lleva tres décadas sirviendo en distintas funciones y fue parte clave en la conquista de las coronas 23 y 24 como vicepresidente. Ahora, desde la presidencia del Licey, promete seguir empujando hacia nuevas alturas.
“Vamos a trabajar juntos para seguir cosechando triunfos”, dijo, y no son palabras vacías. Miguel ya conoce el camino. Bajo su mandato anterior (2013-15), el Licey ganó su corona 21, y ahora regresa para liderar con experiencia, visión y, sobre todo, pasión.
Su familia también ha sido parte de este camino. Sus hijas fueron madrinas en los últimos dos campeonatos, un detalle que ilustra cuánto significa este equipo para él, más allá del béisbol.
Con un equipo de trabajo renovado y la convicción de mantener al Licey en la cima, Guerra encara el reto con humildad y determinación. “Este es un día de regocijo”, dijo al asumir. Y lo es también para la fiel fanaticada azul, que vuelve a soñar con más gloria.