Ah, Santa Claus, ese querido personaje que mágicamente entrega regalos a millones de niños en una sola noche, mientras disfruta de galletas y leche que ni siquiera tiene tiempo de digerir. Pero, ¿de dónde salió este hombre tan perfecto? ¿Es un santo histórico o simplemente el invento de alguna agencia de publicidad estadounidense? Vamos a desentrañar el misterio.
San Nicolás: ¿Un santo o el primer influencer?
Resulta que la base de todo este circo navideño es un tipo llamado San Nicolás de Bari, un obispo griego que vivió hace siglos (siglos III y IV, para ser exactos). Este buen hombre, que según las historias era rico y generoso, decidió repartir regalos a los pobres. Claro, porque ¿qué otra cosa podía hacer un hombre santo con dinero? Así, empezó la leyenda.
En lugares como los Países Bajos y Bélgica, lo celebran como Sinterklaas, con fiestas en diciembre donde se reparten regalos. Básicamente, una versión temprana del Black Friday. Por supuesto, eventualmente alguien tuvo la brillante idea de combinar esta historia con la Navidad, porque nada dice «paz y amor» como comprar regalos caros.
La transformación: De santo a estrella de Coca-Cola
Si crees que Santa siempre fue ese hombre regordete de traje rojo, piénsalo otra vez. Su imagen moderna fue pulida (léase: reinventada) por los estadounidenses en el siglo XIX. Y luego llegó Coca-Cola en los años 30, con sus campañas que nos convencieron de que el verdadero sentido de la Navidad era beber refrescos.
Antes de eso, Santa era un personaje mucho más diverso: alto, delgado, y a veces incluso un poco aterrador. Pero claro, ¿quién quiere un Santa flaco cuando puede tener a un abuelo barrigón que luce cómodo y confiable?
Santa Claus en el siglo XXI: Una estrella mundial
Hoy Santa es todo un ícono global. En Nueva York, organizan eventos como SantaCon, donde hordas de personas se disfrazan de Papá Noel y se pasean por bares y clubes, porque nada dice «espíritu navideño» como una buena borrachera en grupo.
Y si eso no fuera suficiente, el Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD) se encarga de rastrear a Santa cada Nochebuena, porque claro, es más importante seguir a un hombre ficticio en un trineo que a cualquier otra cosa que realmente importe.
¿Y en República Dominicana?
En nuestro país, Santa es más un extra que la estrella principal. Aquí, la Navidad es sinónimo de comida. Después de la cena de Nochebuena, lo mejor es el «calentao» del día siguiente, que básicamente es recalentar todo lo que quedó, porque en la cocina dominicana nada se desperdicia.
En cuanto a regalos, Santa no tiene mucho que hacer aquí. Eso es trabajo de los Reyes Magos, que llegan el 6 de enero. ¿Por qué? Porque aquí no necesitamos un hombre gordo con renos voladores. Preferimos tres hombres en camellos que traen regalos y una historia un poco más creíble.
Conclusión: ¿Real o ficticio?
Entonces, ¿Santa Claus existió realmente? Bueno, digamos que comenzó como un santo generoso y terminó como un personaje publicitario que sabe vendernos la idea de la «Navidad perfecta». Al final, lo único que importa es que sigamos gastando dinero en regalos y dejando las chimeneas limpias. Total, ¿quién necesita magia cuando tienes marketing?
Con Información de Listín Diario