Las escuelas, centros establecidos para orientar, educar y garantizar la formación íntegra de niños, adolescentes y jóvenes, se han convertido en espacios de la violencia y la propagación de antivalores.
Esta situación se suma a la falta de calidad de la educación, por ende, es urgente frenar la violencia escolar y reformar el sistema educativo, con la finalidad de moldear a ciudadanos responsables y con las competencias imprescindibles para fomentar el crecimiento de la sociedad, el bienestar social y lograr que República Dominicana rebase el atraso y el subdesarrollo.
Resulta preocupante el acoso sexual a que son sometidas niñas y adolescentes, el consumo de drogas en los planteles escolares, las reyertas entre estudiantes y profesores, confrontaciones entre alumnos, el uso de armas blancas y de fuego e inconducta de docentes y estudiantes.
Frente a los altos niveles de la violencia registrada en las escuelas, se impone la integración de autoridades, maestros, padres, estudiantes, religiosos, especialistas en conducta e investigadores alrededor de una cruzada por la convivencia pacífica en los centros educativos.
Hay que adoptar, pues, medidas pertinentes y rápidas, en la búsqueda de superar la problemática, con el propósito de convertir las escuelas en fuentes de formación académica, en valores, principios éticos, civismo, responsabilidad, honestidad y vocación de servicio; aprovechar la era del conocimiento y la tecnología es una gran oportunidad para cumplir con la sagrada misión de instruir con eficacia a la niñez y a la juventud.
Además, es preciso ejecutar programas eficientes en aras de asegurar que desde el seno de la familia hasta las escuelas, se fomente una educación eficaz y con cualidad para suplantar los antivalores, la indisciplina, las drogas la violencia por valores, civismo, solidaridad, tolerancia y una cohabitación pacífica.
Una tarea inmediata del Gobierno Central, por intermedio del Ministerio de Educación, es revisar el uso del 4 % del Producto Interno Bruto para determinar el uso inadecuado de los fondos y tras detectar las fallas proceder a la planificación efectiva de las inversiones basadas en la aplicación de programas cimentados en las ciencias y la cualificación de la enseñanza.
Como el año escolar 2022-2023 está en su fase final, es propicio que las autoridades, los dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores, líderes de la Acción Empresarial por la Educación y representantes de las sociedades de padres y amigos de la escuela, aprovechen las vacaciones para analizar la crítica realidad educativa y decidan definir un plan estratégico con el objetivo de superar la crisis y elaborar un proyecto eficiente por un mejor año escolar 2023-2024 y por la seguridad escolar.
La inseguridad escolar es preocupante, por consiguiente, hay que erradicar la violencia y propiciar en los planteles un clima de concordia y una coexistencia sosegada.
Editorial periódico La Información