La Cumbre Aguilucha fue un evento que fusionó historia, emoción y un fuerte compromiso social, todo en una noche que celebró la pasión y el legado de las Águilas Cibaeñas.
Una noche donde el béisbol se vistió de oro
La Cumbre Aguilucha no fue solo una gala; fue un viaje al corazón de una de las instituciones más queridas y emblemáticas del béisbol caribeño. Las Águilas Cibaeñas, un verdadero orgullo de Santiago y un símbolo de tradición en la República Dominicana, celebraron su rica historia en una noche mágica que conectó el pasado, el presente y el futuro.
El Centro de Convenciones y Cultura Dominicana UTESA se convirtió en el escenario de una velada rebosante de pasión, nostalgia y orgullo. Las paredes del lugar parecían vibrar al ritmo del “¡Aguiluchos hasta la tambora!”, mientras miles de fanáticos revivían décadas de gloria deportiva.
Este evento, considerado la gala más grande y emotiva organizada por la franquicia fuera del Estadio Cibao, reunió a leyendas, directivos y fanáticos de todas las generaciones. Desde los fundadores de los años 50 hasta los héroes de las últimas coronas, todos se reunieron bajo un mismo vuelo dorado.
Pero más allá de la emoción, la Cumbre Aguilucha tuvo un noble propósito: los fondos recaudados por la venta de la camiseta con el número 1 de Miguel Diloné se destinaron a la organización Acción Callejera, que apoya a niños huérfanos y víctimas de feminicidios. Un gesto que refleja la esencia solidaria del equipo y su conexión con la comunidad.
El legado de “El Único” Mendy López
Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue el homenaje póstumo al inmortal Mendy López, un narrador cuya voz ha dejado huella en generaciones. Su recuerdo provocó lágrimas y aplausos a la vez. En un instante mágico, su inconfundible voz resonó en el auditorio narrando el elevado de Tony Peña que dio el título de 1997, mientras un grupo de niños recreaba la escena. Fue una representación que simbolizó cómo el legado de las Águilas sigue vivo en el corazón de todos.