El modelo cooperativo sigue abriendo caminos de progreso donde otros no miran.
A veces, la solución no está en esperar que venga alguien de afuera a arreglarlo todo. A veces, la salida nace cuando la gente se une, se escucha y decide caminar junta.
Eso es lo que representa, con toda su sencillez y su grandeza, el modelo cooperativo.
Este sábado, el mundo vuelve a detenerse por un momento para celebrar el Día Internacional del Cooperativismo. Y aunque en muchas oficinas esto pueda pasar desapercibido, en los barrios, en los campos, en los pueblos donde la banca no llega y la ayuda estatal tarda, esta fecha tiene peso.
Porque ahí es donde las cooperativas florecen. Donde los pequeños productores encuentran una vía para vender juntos. Donde mujeres emprendedoras consiguen el primer crédito que ningún banco les dio. Donde las familias pueden comprar un terreno, mejorar sus casas o pagar una operación médica gracias al respaldo de su gente.
En República Dominicana, el cooperativismo no es un experimento. Es una realidad viva que supera los RD$245 mil millones en activos. Pero el verdadero valor no está en esa cifra. Está en la señora que logró montar su colmado, en el agricultor que dejó de vender su café por la mitad del precio, en la joven que estudia gracias a una beca de su cooperativa.
Es un sistema imperfecto, claro. Muchas de estas asociaciones, sobre todo las más pequeñas, enfrentan obstáculos enormes. Les cuesta acceder a créditos mayores, formalizarse, competir. A veces, el apoyo del Estado no llega, o llega a medias.
Pero ahí siguen. No por moda, sino por necesidad. No por dinero, sino por principios.
Las cooperativas nos enseñan que no todo tiene que girar en torno al capital. Que se puede crecer sin pisotear. Que la economía también puede tener rostro humano.
Y eso, en tiempos como estos, es mucho decir.
Hoy celebramos a quienes, desde el anonimato, levantan día a día este modelo con sus manos, su trabajo y su fe en el otro.
El modelo cooperativo no es solo una estructura. Es una forma de vida.
Una que vale la pena seguir construyendo.