La verdad necesita voz. Y coraje.
Hablar sin miedo. Publicar sin censura. Investigar sin ataduras. Eso es la libertad de prensa, un derecho fundamental que no debería estar en discusión, pero que todavía se gana a pulso en muchos rincones del planeta.
Cada 3 de mayo, el mundo recuerda por qué la libertad de expresión y el periodismo independiente son esenciales para la democracia. Se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, una fecha instaurada por la ONU en honor a la Declaración de Windhoek, firmada en Namibia en 1991, donde periodistas africanos levantaron la voz por una prensa libre.
Verdad entre sombras
Hoy más que nunca, ser periodista implica caminar entre sombras. En guerras, el micrófono puede ser más peligroso que un arma. En países donde el crimen organizado impone silencio, contar la verdad es un acto de valentía. Y en escenarios donde las redes se llenan de bulos y propaganda, ser honesto es resistir.
La libertad de prensa no solo enfrenta censura oficial. También sufre la autocensura, el miedo al despido, la precariedad laboral, y el desprestigio impulsado por quienes prefieren una prensa a sueldo. En este nuevo tiempo, las “bocinas” hacen más ruido que la verdad, y el trabajo honesto se diluye entre el sensacionalismo y la manipulación.
La IA y el periodismo del futuro
Este año, la celebración incluye un evento especial en Bruselas, donde se debatirá el rol de la inteligencia artificial en la información. Porque el periodismo no solo informa: moldea conciencias. Y la tecnología, bien usada, puede ser aliada de la verdad. Pero sin ética, puede ser su verdugo.
Un país con prensa libre es un país con esperanza. La democracia se respira mejor cuando hay reporteros vigilantes, preguntas incómodas y titulares valientes. Desde este medio, lo asumimos como una misión: no ser cómplices del silencio.