El reciente incendio del hospital Bernard Mevs en Puerto Príncipe, perpetrado por miembros de la coalición armada Vivre Ensemble, es una atrocidad que debe ser condenada en los términos más enérgicos. Este no es solo un ataque contra una infraestructura, sino contra los valores fundamentales de humanidad, solidaridad y dignidad que sostienen a cualquier sociedad civilizada.
El Bernard Mevs era más que un hospital; era un faro de esperanza en un país donde el acceso a la salud es prácticamente un lujo reservado para unos pocos. Sus puertas estuvieron abiertas durante desastres naturales, epidemias y crisis políticas, ofreciendo atención médica a quienes más lo necesitaban, sin importar su origen ni condición. Este ataque no solo destruye un centro vital para la salud, sino que despoja a millones de haitianos de su derecho más básico: la posibilidad de vivir.
La violencia como amenaza al tejido social
El incendio de este hospital evidencia la creciente deshumanización que domina a Haití, un país donde las pandillas armadas controlan vastas zonas del territorio. Más del 80% de Puerto Príncipe y sus alrededores están bajo el control de grupos criminales, mientras el Estado lucha por mantener su autoridad. La violencia ha dejado de ser un síntoma de la crisis para convertirse en su motor principal.
Los responsables del ataque al Bernard Mevs no solo destruyeron un edificio; dinamitaron uno de los pocos puentes que aún conectaban a los haitianos con la esperanza. Atacar un hospital es atentar contra la vida misma, contra el futuro de una nación que ya camina al borde del abismo.
¿Dónde está la comunidad internacional?
La inacción de la comunidad internacional frente al colapso de Haití es alarmante. Este incendio no puede ser tratado como un incidente aislado; es el reflejo de una crisis que necesita atención urgente y sostenida. No basta con condenas simbólicas. Es imperativo que organismos internacionales, gobiernos y organizaciones humanitarias actúen de manera coordinada para restablecer el orden, fortalecer las instituciones haitianas y garantizar la protección de los derechos humanos.
Una sociedad desprotegida
El ataque al Bernard Mevs también expone la fragilidad del sistema de justicia y seguridad en Haití. Aunque la Policía Nacional ha intensificado sus operativos y eliminado a miembros de bandas armadas, los avances parecen insuficientes frente a la magnitud del problema. ¿Cómo es posible que un grupo armado ataque un hospital con total impunidad en pleno corazón de la capital?
El gobierno haitiano debe asumir su responsabilidad en la reconstrucción del tejido social y en la protección de sus ciudadanos. Pero también necesita apoyo. Un Estado debilitado, acosado por la corrupción y la falta de recursos, no puede enfrentar esta crisis solo.
La pérdida es de todos
Lo ocurrido en el hospital Bernard Mevs no es un problema exclusivo de Haití; es un recordatorio de lo que sucede cuando la comunidad internacional permite que un país sea devorado por la violencia, la pobreza y el abandono. Es un llamado a la acción, a la empatía y a la solidaridad global.
La destrucción del Bernard Mevs debe ser el punto de inflexión que despierte a los líderes nacionales e internacionales. De lo contrario, seguiremos siendo testigos de un sufrimiento que, lejos de detenerse, se profundiza cada día más.
El hospital Bernard Mevs era un símbolo de resistencia. Su pérdida nos obliga a reflexionar: ¿qué estamos haciendo para evitar que Haití se desmorone por completo? Hoy, más que nunca, es necesario actuar, porque cada minuto de inacción costará más vidas.