EN LA ACTUALIDAD DEL PAÍS:
NI GOBIERNO NI OPOSICIÓN DEFIENDEN AL PUEBLO: ASÍ ESTÁ REPÚBLICA DOMINICANA, HUÉRFANA.
Por Redacción Expresión Libre
Pienso que el estilo de hacer oposición en la República Dominicana avanza al mismo ritmo que la degradación y descomposición de los partidos políticos que nos representan, y que están llamados a jugar su rol como contrapeso del gobierno de turno. Especialmente cuando se toman medidas erróneas, odiosas y equivocadas que afectan los intereses de la colectividad. A eso se suma la desestructuración que han vivido luego de los comicios de 2020 y 2024.
Claro, puedo entender que algunos se han sometido a procesos internos importantes en procura de su recuperación. Aunque también me parece que, como partidos de oposición, en los últimos cinco años no han sabido acompañar al pueblo ante las embestidas de un gobierno que ha descuidado los servicios públicos y las necesidades básicas de la población. Aunque no lo crean, cuando estas necesidades son protegidas y cubiertas por el Estado, se convierten en soporte fundamental para el fortalecimiento de la democracia. Se trata de derechos tan esenciales como la alimentación, la salud y la educación, inherentes al ser humano. Su negación genera protestas, estallidos sociales, disturbios y otras formas de manifestación, muchas veces nada recomendables.
Los partidos políticos otrora fuertes en el país —PRD, PLD, PRM y FP— se han limitado a buscar y establecer todos los mecanismos posibles para alcanzar el poder. No están preparados para gobernar, ni tampoco se preparan para ser una oposición responsable.
Toda agrupación política que ha visto disminuir sus fuerzas —algo bastante notorio— ha pasado por el gobierno al menos dos veces. Usted le pregunta a cualquier miembro, militante o simpatizante del PLD, PRM o FP por qué vota por ese partido, y sin pensarlo le responde: “porque en mi casa siempre hemos sido de ese partido”. Otros, que se creen más racionales, dicen que tienen un amigo en el partido que les prometió «pegarlos» si ganan las elecciones. Nada de ideología. Los que hablan de ideas son considerados utópicos y soñadores. Nunca llegan a un Comité Político, Comité Central ni a ninguna dirección de toma de decisiones.
Antes los partidos políticos invertían sus recursos en la formación de su militancia. Ahora los ahorran para el clientelismo y para comprar al adversario. Esa práctica la han copiado los que aspiran cada cuatro años. Por eso se alzan con los cargos electivos, que no necesariamente recaen en los mejores candidatos, sino en aquellos que no tienen compromisos con nadie, mucho menos con el pueblo. Ellos entienden que “pagaron por adelantado”.
Es una barbaridad lo que ocurre con los partidos de oposición. No acompañan al pueblo que debe ir a hospitales en crisis, que no puede llenar una canasta básica en el supermercado, que al salir de un centro de salud con cinco recetas solo puede comprar una. La misma población que sufre apagones, escasez de agua potable, que observa con impotencia el desenfreno de préstamos y endeudamientos que no se traducen en obras importantes ni en bienestar colectivo.
Los partidos Revolucionario Moderno (PRM), Fuerza del Pueblo (FP), de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD) deberían reflexionar y analizar dónde fue a parar el todo poderoso Partido Reformista Social Cristiano (PRSC): simplemente, al zafacón de la historia. Ese partido nunca acompañó al pueblo en sus luchas, porque siempre estaba en el poder o aliado al que entendía que podía ganarlas elecciones. Así fue perdiendo fuerza hasta convertirse en una organización sin presencia ni simpatía en la población.
Ante esta realidad, muchos dicen que no hay gobierno. Yo afirmo que tampoco hay oposición. Estamos huérfanos de padre y madre. Lo mismo se refleja en muchos pueblos del país con gobiernos locales sin liderazgo, donde el camino hacia el desarrollo resulta cada vez más largo y pedregoso.
EL TRANSFUGUISMO
Ese modelo dañino ha enfermado a todos los partidos del sistema. Se venden como ganado. Y, para colmo, son los mejores pagados. Logran posicionarse en puestos de primacía dentro del gobierno. Aún la Junta Central Electoral no ha podido —o no ha querido— encontrar una fórmula que elimine esa mala práctica.
A veces, hasta dudo de la capacidad política de quienes dirigen los partidos de oposición. Con la descomposición social, política y económica que vive el país, con el insoportable costo de la vida y el deterioro acelerado de los servicios públicos, el mismo gobierno está propiciando la unificación de las fuerzas opositoras. Sin embargo, prefieren perder por separado antes que romper el ego que los ha envenenado.
Sobre la obediencia del movimiento sindical, apadrinado por quienes no quiero mencionar ahora, hablaremos en otro artículo. Ese será sobre la orfandad de los trabajadores dominicanos, que no tienen líderes que los defiendan más allá de sus intereses personales y que no vivan de los gobiernos.