Rafael A. Escotto
Para llegar a la inspiración del título de este trabajo tuve, hipotéticamente, que buscar la «piedra filosofal», como si fuese yo un alquimista, para conversar con ese poeta excelso que escribió unos versos por iluminación del Espíritu Santo llamado el rey David. Esos poemas están en el libro de los Salmos, en la Biblia.
En esa interacción entre lo humano y lo divino me encuentro sentado frente al Ungido tratando de hallarle respuesta a mi inquietud de hacer un viaje al interior de una persona y conocer, por indicación del sucesor de Saúl, alguna pista que me pueda llevar a conocer y a capear mi desazón.
El liberado rey de Israel comenzó recomendándome visitar el libro de los Salmos, específicamente al capítulo 51, versículo 6 y leer lo que dice: «He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo y en lo secreto me harás conocer sabiduría».
Le dije al salmista que soy humano y provengo de tierras lejanas preocupado porque percibo que en ciertos lugares del Universo hay debates con posibilidades de enfrentamientos que no son religiosos sino de naturaleza política que podrían llevarnos a un laberinto social de dimensiones desconocidas.
«Pienso que usted, que fue ungido por el profeta Samuel por inspiración de Dios, está en capacidad sobrehumana para orientar mi viaje al interior del hombre que ocupa la presidencia de Estados Unidos, de nombre Joe Biden. Estoy escudriñando ese “hombre interior” que está y que siempre ha estado en él. Estoy abierto a escuchar su opinión».
«Observa estas palabras que están en 2 Corintios capítulo 4, versículo 16 y te darás cuenta de algo muy interesante que te ayudará a entender a ciertos personajes: «…aunque nuestro hombre exterior va decayendo, el interior, no obstante, se renueva de día en día».
«No entiendo, rey David, lo que usted intenta dejar expresado con esas palabras. ¿Podría darme un poco de luz?»
«Recuerda lo que dijo el profeta Samuel: “Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón”».
A ver si realmente capté el mensaje anterior. Lo que yo alcanzo a ver en nuestro personaje Joe Biden es a un hombre de un corazón noble, poseedor de cualidades y virtudes que lo distinguen por su integridad y bondad. Me preocupa que el pueblo norteamericano al ir a las urnas electorales no logre discernir bien sobre esos rasgos y valores.
El rey extiende su mano derecha y me pasa el libro de la Biblia y me dice: «Tómalo, ábrelo y busca Filipenses, capítulo 4, versículo 8 y encontrarás lo que buscas».
Y, seguidamente leo: «Todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad».
A partir de lo que usted acaba de señalar acabo de entender por qué la humildad y la nobleza del presidente Joe Biden reside en su pureza y en todo lo verdadero que posee.
«Antes de que te marches déjame presentarte al rey Salomón, ya que tú has venido a mí en busca de orientación para hacer ese viaje que te has propuesto hacer al interior de esa persona y así conocer el interior de algunos hombres en ese mundo turbulento de la política terrenal», me dijo.
Me quedo observando aquella figura cubierta de divinidad. Me digo a mí mismo: «No cabe duda que estoy ante la presencia del rey Salomón, el rey más sabio de Israel».
El rey David me invitó a leer uno de los Proverbios, sobre todo el capítulo 16, versículo 18 escritos por Salomón: «Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu».
Qué me pueden ustedes dos decir del hombre soberbio, el que siente autoadoración por sí mismo, dominado por su ego, el hombre orgulloso y altanero. Esta clase de conducta en la política de la Tierra desde donde provengo es motivo de preocupación en amplios sectores de la población.
«Bueno, el mejor consejo lo puede recibir del rey Salomón; él está aquí presente. Le paso ese consejo a él».
Precisamente, dice el rey Salomón: «Yo escribí en mis Proverbios, capítulo 8, versículo 13, que el Señor aborrece el orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa».
En días recientes el presidente Joe Biden decidió declinar su candidatura a la reelección presidencial de Estados Unidos, y dio su apoyo para la misma a otra persona, Kamala Harris. Le pregunto: «¿Qué pudo significar esa determinación?»
Dice el rey David: «Permíteme remitirte a la carta a los gálatas, en el país del imperio romano, escrita por Pablo de Tarso a los cristianos, y ahí encontrarás la respuesta: «Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo».
Lo que yo interpreto de esa decisión del presidente Biden es que en Kamala Harris, ese hombre interior honorable, virtuoso, amable y digno que está en él se renueva de día en día. ¿Qué le sucederá al pueblo en el que gobierne el hombre virtuoso, digno y noble?
«La mejor respuesta te la puede ofrecer Lucas, en su Evangelio: «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca lo que es bueno».
Entonces, ¿quiere decir que si observamos el legado duradero dejado por Lucas en la comunidad cristiana, el legado de Joe Biden podría ser una extensión provechosa e integral en un gobierno presidido Kamala Harris?
«La respuesta te la ha dado Lucas. Yo no puedo decidir en el mundo del cual tú provienes. Ya mi reinado para el cual fui ungido por Dios terminó, de ese reino solo quedan mis enseñanzas. Ahora bien, tú eres un hombre de entendimiento y por tu sabiduría estás en capacidad para trabajar la deducción como concepto, sino te aconsejo consultar de nuevo a Lucas: «No temas, cree solamente y será salvada».
Gracias rey David y rey Salomón por haberme permitido conocer el interior del ser humano que preside los destinos del pueblo norteamericano. Gracias Joseph B. Biden, Jr. por su gran legado, el cual ha sido un regalo de Dios para el pueblo estadounidense.
Fuente: La Información